Simón Bolívar y la unión latinoamericana


En 1826, Simón Bolívar convocó a un congreso americano, hecho que constituyó el primer intento concreto de alcanzar la unión de las repúblicas americanas. Claro, por entonces, el objetivo del libertador era formar una confederación de estados hispanoamericanos, en donde no estaban directamente contemplados los Estados Unidos.

Más tarde, otras tres iniciativas intentaron cumplir con los designios proclamados por el líder caraqueño: el Primer Congreso Americano de Lima (1847), el Congreso Continental de Santiago de Chile (1856) y el Segundo Congreso Americano de Lima (1864). Con la presencia de apenas unos pocos países, el intento de hacer frente a las amenazas externas no logró plasmarse en un proyecto de integración.

Recién hacia 1889 tendrían éxito los propósitos de unión, aunque ya contando con la iniciativa estadounidense. Fue en la I Conferencia Panamericana de Washington cuando Estados Unidos presionó -imbuido de la Doctrina Monroe- para conformar una Unión Aduanera y crear una moneda común, propuesta a la que se opuso con vehemencia la Argentina, quien no deseaba deshacer los fuertes lazos que la ataban a las potencias europeas.

De aquellos encuentros, que tuvieron lugar entre 1889 y 1890, surgió finalmente la creación de la Unión de Repúblicas Americanas el 14 de abril de 1890, antecedente directo de la Organización de Estados Americanos (OEA), creada en 1948.

El 14 de abril de 1931, el Día de las Américas fue celebrado por primera vez, en conmemoración de la fecha de creación de la Unión de Repúblicas Americanas. Para recordar este episodio publicamos en esta oportunidad un fragmento de las aspiraciones de Simón Bolívar, uno de los percursores de la unión latinoamericana.

Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería por consiguiente tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse; mas no es posible porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes, dividen a la América. ¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios, a tratar de discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra con las naciones de las otras tres partes del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración; otra esperanza es infundada; semejante a la del abate St. Pierre que concibió al laudable delirio de reunir un congreso europeo para decidir de la suerte de los intereses de aquellas naciones.

 

Simón Bolívar

Fuente: www.elhistoriador.com.ar