San Martín y la ilustración de los pueblos


Nacido en Yapeyú, hoy Corrientes, un 25 de febrero de 1778, José Francisco de San Martín era el quinto hijo del Teniente Gobernador del  pueblo. Cuando José contaba con tres años, la familia se trasladó a Buenos Aires y poco más tarde se embarcarían hacia España, adonde llegaría en marzo de 1784. Ahí, obtendría una sólida educación, que incluía latín, francés, castellano, dibujo, poética retórica, esgrima, baile, matemáticas, historia y geografía.

A los once años, ingresó como cadete en el Regimiento de Infantería de Murcia. Pronto participó en diversos combates en España y en el Norte de África. Su actuación destacada le valió rápidos ascensos. Al promediar los 30 años, tenía el grado de teniente coronel.

A pesar de la lejanía, San Martín no perdía huella de los acontecimientos americanos y cuando se enteró de los sucesos de mayo de 1810, pidió el retiro del ejército español. Por entonces, había tomado contacto con círculos liberales y revolucionarios que alentaban la emancipación americana. Luego de pasar por Londres, donde tomó contacto con logias revolucionarias que se proponían conseguir la ayuda inglesa para romper el vínculo colonial español, en marzo de 1812 llegó a Buenos Aires, y logró que se le respetara su grado militar y que se le encomendara la creación de un regimiento para custodiar las costas del Paraná. Así nacía el Regimiento de Granaderos a Caballo.

En la capital, San Martín entró en contacto con los grupos opositores al Triunvirato orientado por Rivadavia, entre los que se encontraba Bernardo de Monteagudo. Junto a Carlos de Alvear, fundó la Logia Lautaro, que fue decisiva para la caída del Triunvirato y que se proponía la Independencia y la sanción de una Constitución Republicana. Por entonces, San Martín se casaría con Remedios de Escalada. En 1816 nacería Merceditas, la única hija de la pareja. Las sucesivas victorias militares alimentaron el prestigio de San Martín, quien logró hacerse del comando del Ejército del Norte y luego de la gobernación de Cuyo, donde comenzó los preparativos para su ambicioso plan libertador.

El cruce de los Andes comenzó a principios de 1817 y en pocos años, logró la liberación de Chile y preparó el ascenso hacia el Perú, a pesar de la oposición del Directorio porteño. En julio de 1821, San Martín ocupó Lima y declaró la independencia del Perú, formando un protectorado a cuyo frente fue elegido. Abolió la esclavitud y los servicios personales, entre otras medidas. Para poner fin a la resistencia realista, intentó sumar esfuerzos con Simón Bolívar, con quien tuvo la famosa entrevista de Guayaquil, en julio de 1822. Pero las diferencias políticas y militares, hicieron que se retirara y dejara todo en manos del líder venezolano. Pronto renunció al protectorado del Perú y se retiró de la política.

Rechazado y difamado por Rivadavia, por cuya responsabilidad San Martín no logró asistir a los últimos días de vida de su esposa, decidió abandonar el país en compañía de su pequeña hija Mercedes. Intentó regresar a Buenos Aires en 1828, pero no bajó del barco ante la guerra civil desatada por el general Lavalle. Luego de pasar por Montevideo, regresó a Europa, donde vivió veinte años más, hasta que falleció, enfermo de asma, reuma y úlceras, el 17 de agosto de 1850.

Los recordamos con las palabras que San Martín dirigiera al Cabildo de Santiago de Chile el 17 de marzo de 1818 rechazando los diez mil pesos que le había ofrecido para gastos de viaje y expresando sus deseos de que esos fondos se utilizaran para la creación de una Biblioteca Nacional.

Fuente: Arturo Capdevila, El pensamiento vivo de San Martín, Buenos Aires, Editorial Losada,1982, págs. 121-122.

«Y para que no se malogren del todo sus deseos permítame que destine últimamente ese fondo a un establecimiento que haga honor a ese benemérito reino: la creación de una biblioteca nacional perpetuará para siempre la memoria de la municipalidad: la ilustración y fomento de las letras es la llave maestra que abre las puertas de la abundancia y hace felices a los pueblos; ese que ha sido la cuna de las ciencias ha sufrido el ominoso destino que le decretaron los tiranos para tener en cadenas los brillantes ingenios de ese país; yo deseo que todos se ilustren en los sagrados libros que forman la escuela de los hombres libres

 

José de San Martín

Fuente: www.elhistoriador.com.ar