Perón habla a la Juventud Peronista


Primera reunión – 7 de febrero de 1974

He escuchado las opiniones de los señores, y quisiera circunscribir un poco más el tema. Porque, hablando sobre generalidades, no se llega a concretar una cosa más o menos firme.El problema que nosotros estamos interesados en plantear, en primer término, es político-ideológico. En la juventud peronista, en estos últimos tiempos, especialmente, se han perfilado algunos deslizamientos cuyo origen conocemos, y que permiten apreciar que se está produciendo en el Movimiento una infiltración que no es precisamente justicialista.

El Movimiento ha demorado, a lo largo de 30 años de existencia, su absoluta falta de sectarización. El Movimiento ha sido cualquier cosa menos sectario. Nosotros hemos brindado siempre dentro del Movimiento la amplitud más absoluta; pero esa amplitud tiene su límite. Es decir, nosotros no queremos poner un cartabón para que cada uno piense estricta y sectariamente lo que nosotros afirmamos, pero no podemos admitir que con ese pretexto se pretenda meter dentro de nuestro Movimiento ideologías y doctrinas totalmente extrañas y antagónicas a nuestra manera de sentir y de apreciar.

Este es el problema. No escapemos del problema, porque hay que plantearlo crudamente, como es. En otras palabras, hay mucha gente que ha tomado la camisa peronista para hacer deslizamientos, no bien disimulados, hacia ideas con las cuales nosotros no estamos de acuerdo, es decir: con las que el Movimiento no está de acuerdo. Y esto se ha manifestado ya, abiertamente, en algunos sectores, llámense como se llamen. A mí no me interesa el nombre; me interesa qué hay dentro de ese nombre, y esto es lo fundamental para nosotros.

No se puede organizar creyendo que esa tarea es sólo juntar gente, que bien puede estar engañada, o no estar en la realidad, o pensar de otra manera.Organizar no es juntar gente; es aunar voluntades conscientes con una finalidad, es decir, con un objetivo. Cuando digo voluntades conscientes, quiero decir hombres a los cuales se les haya dicho «Nosotros queremos esto. ¿ Lo quiere usted también? Venga con nosotros». «¿No quiere usted esto? Allá usted».

Nosotros, durante treinta años, hemos venido haciendo esto. Claro que hemos soportado dieciocho años durante los cuales, primero, nos quisieron destruir por el terror, fusilándonos; después nos quisieron absorber engañosamente, para asimilarnos a otras cosas que nosotros nunca hemos querido. A continuación, nos quisieron dividir. Otros emplearon las tres cosas juntas. Ninguno de los cuatro métodos les permitió sacar la menor ventaja sobre el peronismo; pero ahora hemos llegado a un momento en que todos gritamos las mismas cosas, aun cuando todos no tenemos las mismas intenciones. Eso es previo a cualquier organización. No interesa lo que se grite; interesa lo que se siente y lo que se piensa, y también lo que se hace, que no siempre es confesable. Entonces, a eso debemos ir, antes de tratar el problema de la organización o de lo que debemos hacer.

Debemos dilucidar este asunto, como ya lo planteé en otra oportunidad. La juventud, como todos los demás argentinos, tiene derecho a pensar y a sentir como le parezca.Este es un derecho inalienable del hombre dentro de la democracia, que es lo que defendemos. Lo que no puede ser es que nos estemos tirando la suerte como entre gitanos: decimos que somos una cosa y a lo mejor somos otra. Esto hay que plantearlo descarnadamente. Si no lo planteamos de esa manera, y seguimos así, en tropel y entreverados, las cosas no podrán ser buenas ni ahora ni más adelante.

Aquí hay que trabajar hasta alcanzar una unidad de criterio, descartando todo aquello que no convenga a es finalidad. No se obliga a nadie a estar en el movimiento peronista. A la juventud, en fin, la queremos toda y a todos. Sabemos el mérito que tienen en el trabajo y en la lucha que han realizado. No, eso no lo niega nadie, ni lo puede negar. Eso ya está en la historia. Hay héroes y hay mártires, que es lo que se suele necesitar en esta clase de lucha. Pero eso ha sido en la lucha cruenta, que ya ha pasado. ¿Por qué nos vamos a estar matando entre nosotros? ¿Para seguir diciendo que somos valientes? Esto es una cosa que no es difícil de comprender.

Después de la guerra de los treinta años, Federico el Grande debía desmovilizar su ejército, pero se dijo: No. Un ejército que ha guerreado durante treinta años yo no lo quiero en Alemania; y lo mandó a Río Grande do Sul. Aquí vino a parar ese ejército desmovilizado, y no tardó mucho tiempo en comenzar a hacerle la guerra a los brasileños en San Pablo y Río Grande, que se llamó la Guerra de los Farrapos. Pero aquí tenemos que cambiar la modalidad ; no podemos seguir pensando que lo vamos a arreglar todo luchando, peleando y matándonos, Ya pasé esa época; ahora viene otra.Los que quieren seguir peleando, bueno, van a estar un poco fuera de la ley, porque ya no hay pelea en este país.

Hay pacificación, que es la base sobre la cual nosotros hemos armado todo nuestro quehacer y hemos fijado nuestros objetivos, para pelear, si hay que pelear, yo decreto la movilización y esto se acaba rápidamente; convoco a todos para pelear, y van a pelear organizadamente, uniformados y con las armas de la Nación. Pero no es eso en lo que estamos. Con eso no vamos a hacer sino echar al país un paso más atrás de lo que está. Para dar pasos adelante tenemos que hacer primero la pacificación, después el ordenamiento. No interesa cómo.

Yo no quiero que sean todos justicialistas en el país, no convendría que así fuera. El Justicialismo está demostrando con muchas acciones que se da cuenta, de que es necesario una oposición que, de cuando en cuando, le pise los talones y le haga realizar lo que hay que hacer. Eso lo comprendemos porque no es de esta época, sino de todos los tiempos. Por eso quiero dejar bien sentado que el problema a resolver en este momento, antes de pensar en una organización, es ver quién es quién, quiénes constituyen el Justicialismo dentro de la juventud y quiénes no.

¿Qué vamos a hacer? No los vamos a juntar a todos mediante artificios, que no van a ser reales porque va a haber muchos que se metan diciendo viva Perón y están pensando que se muera Perón. Ustedes comprenderán que esto no puede ser; hasta es una falta de ética política. En el país no se ha dado nunca el fenómeno de la infiltración política. Es la primera vez que se da en la historia de la República Argentina esto de gente que se infiltra en un partido o movimiento político con otras finalidades que las que tiene dicho movimiento. Ha sido inteligente que nunca lo hayan hecho, porque esto no puede tener éxito desde que va a llegar un momento en que se los va a descubrir y se les vendrá la estantería abajo. Es una cosa natural que no suceda, y no sé dónde puede haber ocurrido; pero acá está sucediendo.

Lo que tenemos que hacer es ponernos de acuerdo; si no, pasarán cosas verdaderamente aberrantes, como un grupo de peronistas que se opone a que se sancione al terrorismo.Entonces, ¿están en el terrorismo? El peronismo no está en el terrorismo; por lo tanto, el peronismo está contra el terrorismo, porque es el Partido del Gobierno, el movimiento del Gobierno. ¿Cómo se puede conciliar una cosa con otra? ¿Cómo se puede estar en el gobierno y no dar los medios indispensables para que él se pueda defender? ¿Qué quieren: que el Gobierno caiga?

Es decir, hay cosas que verdaderamente no se pueden explicar. Antes de pensar en una organización, hay que pensar que sea realmente una organización, y no una bolsa de gatos que dentro de poco empiecen nuevamente a mostrar las uñas. Por ello, es necesaria esa purificación.

Aclaremos bien que muchos de ellos no saben lo que piensa o qué es el Justicialismo y, al no saberlo, se podrán fuera de él, sin darse cuenta. Sacan solos los pies del plato. Muchos otros, en cambio, lo hacen inconfesablemente, con una finalidad distinta de la nuestra. Esos arrastran a mucha gente.En todas las fracciones políticas siempre existen los que con gran propiedad han sido llamado «idiotas útiles», que, sin saber, se incorporan detrás de una tendencia que a lo mejor es totalmente la inversa de lo que ellos quieren. Son idiotas, útiles para los otros.

Por eso digo que la juventud tiene en estos momentos un problema; el mismo que tenía hace cuatro meses cuando yo la reuní y les dije: «Muchachos, tienen que organizarse». Les aclaré: cuidado, organizarse no es juntar gente ni poner engañados detrás de un dirigente que a lo mejor merece todo, menos ser dirigente». Lo mejor que debe tener un dirigente es su conducta. Un dirigente que está diciendo una cosa y queriendo hacer otra es el peor dirigente que puede haber, porque en medio de todo es un estafador; un estafador de la fe de los demás.

En esto, si no se tiene bien claro quién es quién, no se puede realizar una organización. En estos momentos, la masa no tiene problema si el problema está exclusivamente en el horizonte directivo. Por lo tanto, es un problema de los dirigentes, y éstos ¿qué deben hacer? Decir quién es quién. Decir quién es quién ya es mucho más fácil. Además de esto, deben decir qué es lo que quieren. Porque han tenido hasta la imprudencia -dentro de su mala intención- de comunicar abiertamente lo que ellos son y lo que quieren.

Lo venimos viendo. Tengo todos los documentos y, además, los he estudiado. Bueno, ésos son cualquier cosa menos justicialistas. Entonces, ¿qué hacen en el Justicialismo? Porque si yo fuera comunista, me iría al Partido Comunista y no me quedaría ni en el Partido ni en el Movimiento Justicialista.Quiero dejar sentado que nosotros debemos ir pensando en aclarar este punto; si no, es inútil que nos organicemos, porque vamos a juntar gente engañada, y aquí la que queremos es juntar gente que esté plenamente convencida de nuestra doctrina y de nuestra ideología. Esos son los que sirven los otros, no.

Al que va engañado y al que va con una segunda finalidad no hay que organizarlos; a ésos hay que dejarlos que sigan así como están, hasta que se vayan. Pero el problema está en el horizonte directivo, es decir: los dirigentes. Para mí, la falla de organización que se ha hecho en la juventud está, precisamente, en los dirigentes, y hay que acordarse de que las organizaciones no valen tanto por el número de sus adherentes como por la calidad de sus dirigentes, y si nosotros los justicialistas, pensamos que esos dirigentes pueden ser de otra tendencia y no del justicialismo, no puede haber para nosotros peores dirigentes.

Los he escuchado a los muchachos, y estoy de acuerdo con todos ellos, pero para un proceso ulterior. Antes tenemos que dilucidar ese asunto: ¿Somos o no somos justicialistas? ¿Estamos en el Justicialismo, o estamos en alguna otra cosa que no es precisamente el Justicialismo y que no la critico? Cada uno puede, pensar lo que quiera, pero tiene que colocarse en el tablero político, allí donde le corresponde estar, y no meterse a hacer enredos entre los otros que no piensan como él.

Para mí éste es el concepto. Un profundo conocimiento de la situación me ha llevado a esta conclusión. Antes de organizamos, tenemos que pensar -la masa ya sabemos lo que es- en el horizonte directivo. Quién es quién en ese horizonte. No interesa que represente mucho o represente poco; para mí, un malvado, aunque represente mucho, es mucho peor que uno bueno que represente muy poco.

Así es como veo yo el problema político. Prefiero un dirigente honesto que tenga diez detrás de él y no un deshonesto que tenga diez mil, porque ese es el que me va a derrumbar a la larga.Este es el problema, muchachos, sobre el que hay que pensar y sobre el que hay que empezar a trabajar poco a poco. No creo que todavía debamos empezar a hacer, porque la organización es la herramienta, como muy bien ha dicho el compañero: se hace para realizar un trabajo, no para realizar todos los trabajos.Cada organización tiene una finalidad, desde que es instrumento. No le vamos a dar a un dentista una pala, ni a un jardinero un escalpelo, porque no les van a servir.

Tenemos que hacer una organización para lo que debemos realizar. Esa organización ha de ser para la Reconstrucción Nacional, en primer término, y para la Liberación Nacional, en segundo término. No queremos liberar ruinas; queremos liberar una nación. No queremos liberar un cadáver; queremos liberar un ser que trabaje y se desenvuelva.

En estos momentos, no podemos hablar todavía de liberación. ¿Liberación de qué, si todo lo tenemos hipotecado? Un país que debe siete mil quinientos millones de dólares, al exterior, y tres billones de pesos en lo interno, ¿no creen ustedes que es un país hipotecado? Primero tenemos que liberarnos de esa hipoteca, y cuando lo hayamos hecho, debemos poner al país en pie y marchar hacia sus grandes destinos. Sin eso, ¿para qué nos queremos liberar?

Compañeros: Este es un asunto que debemos pensarlo muy seriamente. Todos esos que hablan de la tendencia revolucionaria, ¿qué es lo que quieren hacer con la tendencia revolucionaria? Yo sé que hay muchas fallas, ¿pero en qué gobierno no hay fallas? Sé que hay muchos que no sirven, pero no los puedo echar porque hay una ley que no me lo permite. Esa ley de prescindibilidad, que se pidió, ha permitido sacar a mucha gente que, como decía el compañero, hasta hace poco eran gorilas.No sé si lo seguirán siendo, porque ahora hay muchos gorilas que se han afeitado.

El proceso que estamos haciendo lo hemos llamado de Reconstrucción; pero al decir Reconstrucción no queremos decir arreglar sólo las casas, la economía o la industria, sino también los hombres. Es cuestión de estar en contacto con ellos para darse cuenta de cómo han quedado. Lo difícil es conseguir los mejores, porque el hombre bueno no se viene a ofrecer. El que lo hace, generalmente, no lo es. Al hombre capaz hay que ir a buscarlo a su casa. Todo ese trabajo es de Reconstrucción.

Por eso, muchachos, antes de terminar esta charla de hoy, les pido que para la próxima reunión piensen -y así tratamos el asunto del horizonte directivo, que es lo que nos interesa, porque es el verdadero problema que existe en este momento-, piensen en quién es quién.

Eso es lo que necesitamos saber, pensando que más vale un buen hombre al frente de cinco -como ya lo he dicho- que uno malo al frente de cinco mil. Yo me quedo con ese que está con cinco y no con aquel otro que tiene cinco mil.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar