Pasolini, el transgresor


Fuente: Diario La Prensa, miércoles 27 de julio de 1995.

La personalidad multifacética de un creador que no ocultó su fascinación por la tragedia, en el arte y en la vida. Su asesinato habría sido un “suicidio indirecto”, que hasta hoy sigue sin resolverse.

Director, actor, teórico, semiótico, dramaturgo, ensayista, poeta, hereje y homosexual, Pasolini, brutalmente asesinado en los arrabales de Ostia, cerca de Roma, a los cincuenta y tres años, por un joven malhechor bisexual, cuyos servicios supuestamente había solicitado, continúa fascinando con su personalidad poco convencional.

La exposición de Graz, fruto de una colaboración de varios años entre la Nueva Galería y el amigo, pintor y biógrafo póstumo de Pasolini, Giuseppe Zigaina, muestra cómo van indisolublemente unidas la vida y la muerte de Pasolini. El especialista, convertido en una especie de hagiógrafo del artista, se ha ocupado con paciencia de buscar en sus novelas y sus libros los indicios premonitorios de su muerte, que califica de ritual. Para él, el autor de Accattone y Mamma Roma “buscó su propia muerte” y su cruel asesinato a manos de un muchacho peligroso fue, en realidad, un “suicidio indirecto” como búsqueda paradójica de la inmortalidad.

Poema de adiós

Su última composición poética, titulada en italiano “Saluto e augurio”, va dirigida a un joven con estas significativas palabras: “Toma este peso, muchacho que me odias, llévalo tú. Resplandece en el corazón. Y yo caminaré ligero, avanzaré, escogiendo para siempre la vida, la juventud”.

En una obra póstuma, publicada bajo el título de Petróleo, aflora una serie de metáforas que permiten ver cómo la muerte de Pasolini da sentido al conjunto de su obra. “Mientras planeaba y escribía mi novela –dice Pasolini de Petróleo–, en el mismo acto creativo, que lo incluía todo, deseaba liberarme de mí mismo, morir. Mártir de mi propia creación, morir como se muere de parto.”

Pasolini notaba a la cultura y la religión hundidas en una profunda crisis, y buscó con ansia nuevas posibilidades para satisfacer las necesidades básicas del hombre desde el punto de vista espiritual. Utilizó el cine como un lenguaje, pero también como un espejo: a través de sus imágenes trataba de comprenderse a sí mismo. Su complejo universo artístico, que nunca se circunscribió al contexto tradicional, sino que se realizó como experiencia autobiográfica de la herejía aprovechando los medios de comunicación de masas modernos, es una profunda consecuencia hasta la muerte.

Sin fronteras

Los escritos teóricos, filmes y obras literarias de su legado muestran a Pasolini en la multiplicad de su talento como un artista modélico cuyas obras saltean todas las fronteras tradicionales del arte. Pier Paolo Pasolini supo abordar y diseccionar, con extraordinaria lucidez, problemas que han preocupado desde siempre a la civilización multicultural de la vieja Europa.

Según su biógrafo Zigaina, la exposición de Graz podría viajar a Madrid, donde ha existido siempre un fuerte interés y una simpatía extraordinaria por la figura de Pasolini.

En la visita que realizó en 1964 al madrileño museo de El Prado; cuenta Zigaina, Pasolini creyó reconocerse a sí mismo en el personaje de Vulcano del famoso cuadro de Velázquez. El pintor español utilizó como modelo para aquella figura mitológica, que tan extraordinario parecido tiene con Pasolini, a un hombre del pueblo, vecino de una barriada romana en el año 1630.

Verdad popular

Al igual que Velázquez, aunque 350 años después, Pasolini trató de encontrar su verdad entre la gente del pueblo de la periferia de Roma… su verdad y su muerte, que le llegó en la playa de Ostia el 2 de noviembre de 1975, de manos de Giuseppe Pino Pelosi (de diecisiete años por entonces), quien termina de publicar en Italia un libro sobre los hechos que llamó –ajustadamente– Yo, el ángel negro.

A casi veinte años de aquel asesinato, considerado en su memento como un “complot fascista, Pelosi confiesa que actuó solo. Sin embargo, en Pasolini, un delito italiano, una película reciente de Marco Tullio Giordana, se vuelve sobre la tesis del complot: el director había saturado con sus transgresiones a la sociedad, y debía morir…

Mártir o no, el boloñés Pier Paolo Pasolini será inevitable en la filmografía del siglo XX. Sus trabajos: Teorema, Edipo Rey, Medea, El Evangelio según San Mateo, Pajarracos y pajaritos, El Decamerón, Los cuentos de Canterbury, Saló o los 120 días de Sodoma y Apuntes para una orestíada africana, sobrevuelan cualquier