Octubre de 1982 – Victoria histórica del Partido Socialista


Las elecciones celebradas en España el 28 de octubre de 1982 dieron triunfo al primer gobierno socialista desde el fin de la guerra civil española en la década de 1930. Tras la muerte del general Francisco Franco en 1975, el rey Juan Carlos prometió elecciones, liberó a la mayoría de los presos políticos, legalizó los partidos y su gobierno presentó una propuesta para convocar elecciones en 1977. Tras el Tejerazo, el fallido golpe de estado de Antonio Tejero, ocurrido en febrero de 1981, la instauración de un gobierno de izquierda fue vista como la garantía de la consolidación de la democracia en España. En diciembre de 1982, el líder del PSOE, Felipe González, sería investido presidente del gobierno.

Fuente: Diario 16, Madrid, viernes 29 de octubre de 1982 – Año VII – Número 1950.

Mayoría absoluta para el PSOE, enorme progresión de Fraga y hundimiento total de UCD, balance de una jornada de altísima participación electoral.

Madrid – El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) consiguió ayer una contundente e histórica victoria electoral que le va a permitir constituir el primer Gobierno de izquierdas desde el final de la guerra civil y el primer Gobierno con mayoría absoluta desde el inicio de la transición democrática.

Junto con el arrollador triunfo del PSOE, la nota más destacada de los resultados electorales es el fuerte crecimiento de Alianza Popular, que se convierte en la principal fuerza de la oposición, dando paso a un período de presumible e intensa bipolarización de la vida política española.

El gran perjudicado por esta dinámica ha resultado ser el hasta ahora partido del Gobierno, UCD, cuyos pésimos resultados han confirmado los pronósticos más oscuros. De acuerdo con los primeros datos, el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo, no habría conseguido escaño en el nuevo Parlamento.

Otro dato de gran importancia es la práctica desaparición del Partido Comunista de España (PCE) de los escaños del hemiciclo, que sólo ha obtenido cinco diputados. El PSOE no tendrá izquierda ni centro, pero sí, enfrente, a Manuel Fraga Iribarne.

Las primeras declaraciones del líder socialista Alfonso Guerra eran una llamada a la calma y la moderación. “Contaremos con todos los grupos para gobernar”, diría Alfonso Guerra, a renglón seguido de comunicar a los medios de información los resultados provisionales según los muestreos de su partido.

Los dirigentes de los “otros poderes” se apresuraban a felicitar a los socialistas por su victoria, que no se cansaron de decir que había que respetar. Y Landelino Lavilla, otro de los grandes derrotados –consiguió a malas penas el escaño por Madrid-, también buscó a Felipe González para expresarle su leal felicitación.

En la sede de Alianza Popular, la fiesta fue in crescendo durante toda la noche. Fraga alcanzaba a los cien escaños y desbordaba las previsiones más optimistas para él. Y le recordaba a UCD que no debió ir sola. Lo que era una fiesta en la sede de AP, se trocaba en caras largas en los salones de Arlabán, sede centrista.

En el capítulo de “los que se van”, los nombres de los conocidos centristas llenan las listas. Además de Leopoldo Calvo-Sotelo, presidente del Gobierno, que pierde su escaño, también Juan José Rosón, ministro del Interior, y José Pedro Pérez-Llorca, ministro de Asuntos Exteriores, le acompañan en su marcha. Ni Gámir, ni Bayón, ni Cecilio Valverde, ni José María de Areilza ni Iñigo Cavero…, por citar algunos tan sólo, aprobaron el examen de las urnas.

Blas Piñar vio esfumarse su escaño y Tejero, a pesar de todo el montaje publicitario, vio cómo su “inmensa mayoría de españoles” no pasaban de ser cuatro gatos, ni siquiera contabilizables estadísticamente.

Porque el gran vencedor, además del PSOE, en estos comicios fue, según vencedores y vencidos, el pueblo español, que con su entusiasmo obtenía una importantísima cota de participación y protagonizaba un abrumador plebiscito a favor de la democracia y en contra de las intrigas golpistas. Eso representaba, según todas las opiniones, el 76,2 por 100 de participación alcanzada. En una decena de provincias –entre ellas las tres del País Vasco y dos de las gallegas- el índice de comparecencia a las urnas subió en diez puntos o más con respecto a las anteriores elecciones generales.

La jornada transcurrió en un ambiente de alegría y enorme civismo, subrayado por un día templado y soleado. Los incidentes, cuando los hubo, fueron de escasa cuantía, destacando entre ellos la desactivación de un explosivo a quinientos metros del domicilio de Santiago Carrillo.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar