Mary Wollstonecraft, precursora del feminismo en el siglo XVIII


El 8 de marzo se conmemora el día de la mujer, en recuerdo de las mujeres que durante siglos lucharon contra la opresión y las injusticias que sufrían por el sólo hecho de ser mujeres.

Compartimos en esta ocasión un fragmento de un revolucionario ensayo publicado en 1792 titulado Vindicación de los derechos de la mujer, escrito por Mary Wollstonecraft, una precursora de los derechos de la mujer, que estableció las bases del feminismo moderno luchando por la emancipación de su género.

El texto fue escrito al calor de la Revolución Francesa, que había tenido lugar en 1789, pero que resultaba decepcionante para las mujeres de avanzada de la época, ya que negaba el acceso a los derechos políticos a la mitad de la población, convirtiendo el lema de libertad e igualdad en palabras vacías.

Wollstonecraft sostenía que la emancipación proviene de la libertad de la razón, defendía la independencia económica de las mujeres y la participación de la mujer en la vida política, y proponía una reforma en la educación para garantizar la enseñanza gratuita e igualitaria para ambos sexos; en este sentido era crítica del papel secundario en educación que Rousseau reservaba para las mujeres, quienes –según el ginebrino– debían ser educadas para el placer y para permanecer en el hogar cuidando de los hijos.

Mary Wollstonecraft había nacido en Spitafields, Inglaterra, el 27 de abril de 1759. Murió en Londres a los 38 años, un 10 de septiembre de 1797.

Fuente: The Annual Register, or a view of the History, Politics and Literature for the Year 1792, London, Printed for the Proprietor’s of Dodfley’s Annual Register, 1799, pág. 465, 466; traducido por Mariana Pacheco para Elhistoriador.

Veo con, indignación, las nociones equivocadas que esclavizan a mi sexo.

Quiero al hombre como mi compañero; pero su cetro, real o usurpado, no se extiende hasta mí, a menos que la razón de un individuo demande mi homenaje; e incluso entonces la sumisión es a la razón y no al hombre. De hecho, la conducta de un ser responsable debe estar regulada por las operaciones de su propia razón; si no ¿sobre qué cimientos descansa el trono de Dios?

Es necesario hacer hincapié en estas verdades obvias, ya que las mujeres han sido en cierto modo injuriadas. Y mientras se las ha despojado de las virtudes que deben abrigar a la humanidad, se las ha engalanado con gracias artificiales que les posibilitan ejercer una tiranía efímera. Como el amor ocupa en su pecho el lugar de pasiones más nobles, su única ambición es ser hermosa, suscitar emociones en lugar de inspirar respeto; y este deseo innoble, igual que el servilismo en las monarquías absolutas, destruye toda fortaleza de carácter. La libertad es la madre de la virtud; y si por su misma constitución las mujeres son esclavas y no se les permite respirar el aire vigoroso de la libertad, deben languidecer para siempre como exóticas, y ser consideradas hermosas imperfecciones de la naturaleza.

En cuanto al argumento sobre la sujeción en la que siempre se ha mantenido a nuestro sexo, revierte al hombre. Una mayoría siempre ha sido subyugada por una minoría; y monstruos que apenas han mostrado algún discernimiento de la excelencia humana han tiranizado a miles de sus semejantes. ¿Por qué hombres de talentos superiores se han sometido a tal degradación? ¿No ha sido universalmente aceptado que los reyes, considerados en conjunto, siempre han sido inferiores en capacidad y virtudes al mismo número de hombres tomados de la masa común de la humanidad? Sin embargo, ¿no han sido tratados, y todavía lo siguen siendo, con un grado de reverencia que insulta a la razón? China no es el único país donde un hombre vivo ha sido convertido en un dios. Los hombres se han sometido a la fuerza superior para disfrutar con impunidad del placer del momento; las mujeres han hecho exactamente lo mismo; por lo tanto, hasta que se demuestre que el cortesano que resigna servicialmente los derechos de nacimiento del hombre no es un agente moral, no podrá demostrarse que la mujer es esencialmente inferior al hombre con el argumento de que siempre ha sido subyugada.

(…)

No continuaré con este argumento más allá que para establecer una inferencia obvia: a medida que la sana política difunda la libertad, la humanidad, incluidas las mujeres, se hará más sabia y virtuosa. […]

Fuente: www.elhistoriador.com.ar