Lo que pienso de Martínez de Hoz


Fuente: David Rockefeller, Revista GENTE, 6 de abril de 1978.

Siento gran respeto y admiración por Martínez de Hoz. Esto proviene no sólo de una larga amistad entre nosotros, a pesar de las distancias geográficas que nos separan, sino de la creatividad y rigor de su desempeño en el campo económico. Es muy obvio para mí, como para todo el segmento bancario y económico internacional, que las medidas de su programa han sido muy, pero muy exitosas para resucitar la economía de la Argentina. Es más: sus esfuerzos han sido altamente beneficiosos para restaurar un sentido de solidez económica que hace mucho tiempo no se veía en su país.

Los primeros 300 millones
Recuerdo que cuando Martínez de Hoz viajó por primera vez a Estados Unidos a refinanciar la deuda exterior argentina, pocos meses después de haber asumido su puesto como ministro de Economía, su programa ya había sido puesto en marcha aun antes de ser sometido al Fondo Monetario Internacional para solicitar un crédito de 300 millones de dólares.

Era un programa brillante, sólido, con metas razonables, y sobre todo absolutamente realista. Tras analizarlo, recomendé inmediatamente considerar un crédito del Chase a Argentina, y estimulé a otros bancos norteamericanos a hacer lo mismo, lo que contribuyó a que entre los nuestros y otros similares de Canadá, Europa Occidental y Japón, Argentina pudiera hacerse de la cifra cercana a los mil millones de dólares que necesitaba para hacer frente a su minada situación de deuda exterior. Es difícil armar un consenso crediticio positivo de esta naturaleza en tan poco tiempo y obtener la confianza de las instituciones financieras mundiales tras un pasado de descalabro económico y un plan que recién comenzaba su marcha. Sin embargo, se le creyó y se lo apoyó. Para mí fue una satisfacción otorgarle esa merecida confianza.

Un hombre de palabra
Y Martínez de Hoz jamás me decepcionó. A través de varios entendidos y amigos comunes en general y del doctor Eduardo García en particular, quien me acaba de actualizar sobre el desarrollo de la economía argentina, he tomado nota de tres hechos absolutamente positivos del programa en estos dos últimos años: 1) la drástica reducción de la tasa inflacionaria, que aún es alta pero que como síntoma de una corriente es promisoria; 2) el gran revertimiento del saldo negativo en la balanza comercial y de pagos, y 3) el incremento de las reservas monetarias del Banco Central, que estaban a un nivel cercano a cero, o sea 23 millones de dólares cuando Martínez de Hoz asumió su actual cargo, a un cifra record en Argentina en este momento.

En general, considero que la evolución de la economía argentina en estos dos años es una prueba de lo que se puede obtener al liberar la misma de la intervención innecesaria e inconveniente del Estado, apoyándose básicamente en la empresa privada como la fuerza más dinámica del proceso, aunque sea el Estado el que ejerza la supervisión y el que dicta las líneas generales de operación.

La coherencia de un programa
Como resultado de esto, tanto el Banco Interamericano para el Desarrollo como el Banco Mundial han aprobado últimamente un nivel record de créditos a la Argentina. Estas no son líneas crediticias a corto plazo ni con intereses descomunales -típicos síntomas de desconfianza y dudas- sino créditos a largo plazo con tasas absolutamente normales. Esto no puede existir si no hay coherencia ni continuidad en un programa. Y eso es lo que le sobra al de Martínez de Hoz. Que todos estos progresos se hayan realizado con una tasa bajísima de desempleo -prácticamente inexistente en Argentina- implica un doble mérito.

Detrás de estos éxitos se levanta Martínez de Hoz como uno de los grandes ministros de Economía de la Argentina. Y seguramente el único que no limita sus visitas a Estados Unidos a solicitar líneas crediticias sino a informarnos sobre la marcha de su plan, de sus logros y de sus trabas. Cuando a fines de 1977 visitó Nueva York y otras ciudades con el simple propósito de actualizar información sobre el progreso de sus medidas económicas, y de agradecer la confianza que incipientemente muchos depositamos en su programa, la comunidad económica internacional quedó fantásticamente impresionada. Vimos allí a un hombre que no se limitaba a informar con realismo sobre los logros sino a dar a conocer con profundidad las dificultades que enfrentaba. Pocos ministros latinoamericanos y del mundo conciertan la expectativa y la atención de un discurso de Martínez de Hoz. Pocos como él tuvieron la valentía de informar en Estados Unidos que el problema argentino anterior a su gestión radicaba en la promoción de una excesiva intervención estatal en la economía y en el sobredimensionamiento de las funciones del Estado, que indebidamente ponían sobre las espaldas del país el costo social de tal acción. Pocos como él se atrevieron a gritar en la cara de los organismos internacionales que el crédito no se puede convertir en una alternativa del comercio, insistiendo que esa corriente debe ser revertida para que haya más comercio y menos crédito.

Las mejores riendas
A pesar de tener otros problemas más intrínsecos y acuciantes que resolver, Martínez de Hoz tampoco pierde de vista la línea general económica internacional: es obvio que ve que el crédito no podrá jamás revertir el hecho del aumento del costo de energía, y que el desarrollo futuro será más difícil y caro que cuando la energía era más barata.

De allí que su programa esté tratando de incrementar la proporción de fuerza hidroeléctrica en el consumo total de energía reduciendo así el peso excesivo que los hidrocarburos tienen en la actualidad. Además, aunque Argentina de autoabastezca de petróleo en un 85 por ciento, no ha dejado de estimular el autoabastecimiento, que es posible según las reservas argentinas.

Las riendas económicas de la Argentina están sin duda en las manos más rigurosas, conocedoras y responsables que el país ha tenido en muchos años.

David Rockefeller es, desde 1969, presidente de The Chase Manhattan Bank de Nueva York. Nació el 2 de junio de 1915 en esa ciudad. Está casado con Margaret McGrath. Doctor en leyes y en economía, es uno de los mayores líderes de proyectos públicos y privados de los Estados Unidos y del mundo entero. Pertenece a más de un centenar de entidades, entre corporaciones, bancos, universidades. The Chase Manhattan es uno de los mayores bancos del mundo.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar