Las mujeres de Puerto Madero


Autor: Felipe Pigna

El callejero porteño tiene algunas curiosidades. Ante todo, no hay referencias en los carteles de las calles sobre a quién homenajea la arteria. Hay o había placas de bronce en el número cero de la misma, con una información muy escueta. Pero el bronce se ha tornado muy apetecible y muchas de ellas han desaparecido. Lo lógico sería que en cada cuadra hubiese una semblanza que recuerde el hecho o personaje en cuestión. Pero de lo que no estamos tan seguros es de las reacciones que despertarían en los vecinos el conocer algún currículum.

La elegante Avenida Cabildo, que homenajea aquel notable Cabildo abierto del 22 de mayo determinante de la Revolución de Mayo, es cortada por una cohorte de virreyes de una manera muy poco cortés. Allí está, por ejemplo el Virrey Del Pino, el primero en ejercer la censura en el Río de la Plata, clausurando nada menos que el Telégrafo Mercantil, el periódico desde donde Belgrano difundía sus revolucionarias ideas económicas. Hay una calle que homenajea al conquistador Francisco Pizarro, el destructor de la civilización incaica, reivindicada por nuestro Himno Nacional. Otra arteria rinde homenaje al virrey Cisneros, que ahogó en sangre las sublevaciones de Chuquisaca y La Paz, de mayo de 1809, en las que nuestro Bernardo de Monteagudo encendía la chispa de la Revolución que triunfaría un año después en Buenos Aires contra el orden español representado precisamente, por Cisneros.

Sería interesante, camino al Bicentenario, corregir estos desatinos y darles la justa cabida a patriotas como Juan José Castelli, el orador de la Revolución, al que lo recuerda una calle de sólo cuatro cuadras.

La contracara se da en el barrio más nuevo de Buenos Aires, nacido en uno de los períodos más polémicos de la historia reciente, cuyas calles fueron bautizadas por la ordenanza 49.668 de 1995 con nombres de mujeres notables. Esa zona de Buenos Aires rinde culto, sin que la mayoría de sus habitantes transitorios o permanentes lo sepan, a notables argentinas y americanas. El punto en común entre ellas es el coraje, el animarse en un mundo de hombres a hacer lo que sabían tenían que hacer.

La más conocida y visitada es Alicia Moreau de Justo (1885-1986), la militante socialista, compañera del fundador del Partido, Juan B. Justo, En 1907 Alicia creó el Comité Pro-Sufragio Femenino e impulsó el Primer Congreso Femenino Internacional, reunido en Buenos Aires, en mayo de 1910, con la participación de delegadas chilenas, uruguayas y paraguayas, y en donde se reclamó el derecho de las mujeres a votar.

La paradoja quiso que algunas empresas multinacionales tengan sus oficinas en la calle Azucena Villaflor, aquella heroica fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, que fue secuestrada el 10 de diciembre de 1977 por un grupo de tareas comandado por el «ángel Rubio» Alfredo Astiz. Trasladada a la ESMA, torturada y arrojada al mar en aquellos «vuelos de la muerte», su cadáver fue recuperado en el 2005 y sus cenizas reposan en aquella Pirámide donde las Madres le enseñaron dignidad al mundo.

Hay calles que recuerdan a mujeres de la cultura, como una de nuestras primeras actrices, Trinidad Guevara (1798-1873). A la pionera de la novelística argentina, Juana Manuela Gorriti. A Emma De la Barra (1861-1947), la autora de uno de los primeros grandes éxitos de ventas de la literatura nacional, «Stella», firmado bajo el masculino seudónimo de César Duayen. A la notable Victoria Ocampo (1890-1979), fundadora en 1931 de la revista «Sur». Y la brillante autora de «La señora Ordóñez» y «La alfombra roja», Marta Lynch (1929-1985).

Las feministas están representadas por la doctora en medicina Petrona Eyle (1866-1945), fundadora de la Asociación de Universitarias Argentinas y de la Liga contra la trata de blancas. La doctora Julieta Lanteri (1873-1932), impulsora del Partido Feminista Argentino y de la Liga de mujeres librepensadoras. Tras un sonado juicio logró la carta de ciudadanía y ser inscripta en el padrón municipal en 1911 y convertirse en la primera mujer de toda Sudamérica en ejercer el derecho al voto en las elecciones del 26 de noviembre de aquel año. Virginia Bolten (1870-1960), aguerrida militante anarquista, organizadora en Rosario de la primera conmemoración del Día de los Trabajadores en 1890 y fundadora de «La Voz de Mujer». Cecilia Grierson (1859-1934), la primera mujer argentina que obtuvo el título de doctora en medicina. Por último, Elvira Rawson de Dellepiane (1867-1954), activa luchadora fundadora de la Asociación Pro Derechos de la Mujer Argentina.

Hay espacio también para las heroínas de la independencia americana como Micaela Bastidas, la compañera de Tupac Amaru, que compartió con el notable revolucionario su lucha y su sangriento final a manos de los españoles. También se recuerda a nuestras Mariquita Sánchez de Thompson (1786-1868) y María Magdalena «Macacha» Güemes (1787-1866), hermana y activa colaboradora del héroe de nuestra independencia Martín Miguel de Güemes. Allí está también Manuela Sáenz (1797-1856), la joven ecuatoriana que enamoró a Bolívar y le salvó la vida en el atentado perpetrado en 1828 en el palacio de San Carlos de Bogotá. Otra calle recuerda a Encarnación Ezcurra (1795-1838), la esposa y operadora política de Rosas.

Las educadoras están representadas por la pionera Juana Manso (1819-1875) que escribió en 1853: «llegará un día en que el código de los pueblos garantizará a la mujer los derechos de su libertad y de su inteligencia. La humanidad no puede ser retrógrada» 1. La riojana Rosario Vera Peñaloza (1873-1955), que dedicó su vida a la enseñanza y a la formación de docentes. Olga Cossettini (1898-1987), que transformaría a la escuela Dr. Gabriel Carrasco de Rosario en un lugar de libertad y formación artística único en su tiempo. Martha Salotti (1899-1980) fue una gran impulsora de la enseñanza a partir de la literatura infantil.

Carolina «Carola» Lorenzini (1899-1941) fue la primera mujer en cruzar el Río de la Plata piloteando su propio avión. La cantante lírica portuguesa y primera dama Regina Paccini de Alvear (1871-1965) fue la fundadora de La Casa del Teatro y de la sala que lleva su nombre.

La cantante Aimé Painé (1939-1987), la «princesa mapuche», fue una activa luchadora por los derechos de su gente y de todos los pueblos originarios. La mujer que protegió a Evita en sus primeros pasos artísticos y fue una gran actriz del teatro y del cine nacional, Pierina Dealessi(1894-1983), también tiene su calle en Puerto Madero. La memoria es una de las formas de la justicia y el callejero de una ciudad puede ser un motivador de su ejercicio.

Referencias:
1 «La Ilustración Argentina», Nro. 2 del 13 de diciembre de 1853.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar