Las dos caras de la frontera


Segundo Ciclo

Autora: Diana Hamra

Dibujo: Pérez – Villamil 1

 

Al abordar el estudio de la Argentina criolla, durante el segundo ciclo de la EGB, es recurrente la referencia a la frontera criollo-indígena como un espacio de separación y fricción, en el cual estas sociedades sólo tomaban contacto en el momento de los enfrentamientos militares. El indio es presentado frecuentemente como el bárbaro, el salvaje al que hay que “domesticar”, y de no ser posible, hay que “exterminarlo”. Las campañas al desierto aparecen como las acciones del blanco con el fin de “civilizar”, “cristianizar” y concluir con las depredaciones que los indios ocasionaban. Estas representaciones se hallan reforzadas por la información que muchos libros de texto aportan sobre estos temas. Pero la vida en la frontera, tanto para criollos como para aborígenes carecía de la linealidad con la que suele ser presentada. ¿Cómo era la vida cotidiana de las tribus que se dedicaban a maloquear? ¿Los malones eran producto de la maldad de los aborígenes? ¿Cómo era la vida de aquellos que habitaban los fortines? ¿Avanzaban los blancos con el objetivo de civilizar? ¿Existían mecanismos de articulación social generados a partir de la relación entre indios y cristianos en el área histórico-regional pampeana?

Los invitamos a compartir propuestas de abordaje a estos contenidos:

Propuesta 1: El malón 
Propuesta 2: La vida en los fortines del desierto (en preparación)

En ellas incorporamos fragmentos de obras clásicas de la literatura argentina que nos permiten acceder a la visión que testigos de época nos legaron sobre el tema en cuestión.

Integramos a estas propuestas dirigidas a los alumnos orientaciones hacia el trabajo áulico docente. Las mismas se encuentran desarrolladas en:

  • Puerta de entrada: El tema desarrollado permitirá el acceso a otros que lo completan, lo complementan, rompiendo con la fragmentación y atomización con la que suelen presentarse los contenidos del área de Ciencias Sociales, facilitando el estudio de los diversos planos de la realidad (económico, político, social, el mundo de las ideas) y permitiendo articularlos entre sí, para alcanzar la comprensión de ellos en término de procesos sociales. En puerta de entrada encontrarán enunciados los temas que podrían dispararse y relacionarse con la propuesta que les presentamos.
  • Sugerencias: Brindamos orientaciones didácticas en torno al desarrollo y evaluación de los contenidos abordados.
  • Bibliografía: Incorporamos un listado de las obras que sugerimos al docente consultar, a los efectos de ampliar el conocimiento de los temas tratados.

El malón

Las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1820

Si bien existieron indios en diversas partes del país, el malón fue una actividad que se llevó a cabo en un espacio y tiempo determinados.

El espacio 
Puede ser delimitado trazando una circunferencia que tenga como centro el cabo San Antonio en la provincia de Buenos Aires y como radio unos 500 km., es decir, la llamada pampa húmeda, cuyos factores ecológicos (tierras fértiles, abundante riego, pasturas blandas) permitieron el crecimiento de la hacienda cimarrona. 2

Esta hacienda no fue originaria de América sino traída por los europeos. Primero por la expedición de Pedro de Mendoza. Al fracasar la fundación de Buenos Aires en 1541, se liberó el ganado, que retornó así a un estado semisalvaje. Más tarde, el ganado será introducido por Juan de Garay, quien volvió a fundar -esta vez exitosamente- Buenos Aires en 1580.

Los pampas, araucanos y otras parcialidades aborígenes pudieron dedicarse a maloquear luego de dominar la técnica de la equitación. No se conoce con exactitud el momento en que el indio entró en contacto con el caballo, lo cierto es que llegó a dominarlo como pocos.

Los ejércitos de línea estuvieron alejados de la frontera sur debido a los conflictos que debieron enfrentar desde 1810 (guerras civiles, conflictos con Brasil, sitio de Montevideo, guerra del Paraguay, entre otros).

El tiempo 
El malón coexistió con el saladero, industria primitiva dedicada a la elaboración del tasajo, que tuvo su auge durante el siglo XIX. Esta actividad obtuvo un notable crecimiento y fue dando origen al poderoso grupo de los saladeristas rioplatenses, quienes ejercieron enorme influencia en la dirección política del naciente país durante más de medio siglo.

La exportación de carne salada a centros de consumo como Brasil y Cuba potenciaron esta actividad. Para desarrollarla era necesario, además del ganado, contar con la sal que se traía desde Salinas Grandes (reducto de Calfucurá) o desde la costa patagónica en barcos fletados especialmente. Así mientras antes el blanco privilegiaba la extracción de cuero y sebo, más tarde pusieron el acento en el valor comercial de la carne, productora de divisas. En consecuencia, exigieron al gobierno la defensa de su hacienda mientras el indio continuaba con sus malones y el traslado de lo producido para ser negociado en Chile.

El desarrollo del malón 
El malón es definido por los diccionarios como la “irrupción o ataque inesperado de indios”. Pero en ese ataque no tenía lugar la improvisación, todo estaba rigurosamente preparado. Para la organización del mismo, las tribus ponían en marcha los siguientes pasos:

El parlamento: entre los pampas, araucanos y otras parcialidades, se trataba de una asamblea utilizada en situaciones especiales como por ejemplo visitas apreciadas o cuando se necesitaba discutir y tomar decisiones en torno a problemas técnicos, políticos o estratégicos concernientes a la comunidad.

Durante el parlamento, los miembros de la comunidad se sentaban formando una rueda y cada jefe pasaba al centro para presentar sus argumentos en torno de la cuestión tratada. Así lo cuenta Martín Fierro cuando junto a Cruz llegan a una toldería:

«La desgracia nos seguía
llegamos en mal momento:
estaban en parlamento
tratando de una invasión,
y el indio, en tal ocasión
recela hasta de su aliento.
[…]
Dentra al centro un indio viejo
y allí a lengüetiar 3 se larga,
¡quién sabe que les encarga!
Pero toda la riunión
lo escuchó con atención
lo menos tres horas largas.» 4

El parlamento tenía ciertas normas: todos debían oír con atención las explicaciones que se daban, los interlocutores no podían interrumpirse; los oradores debían expresarse en un tono sereno, plantear las razones en forma de interrogantes, prolongar la vocal de la última sílaba expresando que su alocución finalizaba y cómo señal al próximo contendiente para que se aprestara a iniciar su disertación. Si bien, las formas tenían enorme importancia y sólo sobresalía quien demostraba cualidades oratorias y actorales, también se ponía el acento en las razones y los argumentos que se exponían. El discurso constituía para estas parcialidades, la posibilidad de persuadir, convencer, planear, aclarar malos entendidos, lograr adeptos a un proyecto o descartarlo.

Veamos cuáles eran las razones que exponía uno de los jefes y por las cuales podía decirse el malón:

“¿No son los cristianos quienes no conformes con habernos desalojado de las mejores tierras, ¡nuestras tierras!, nos empujan hacia zonas que no podemos habitar porque no hay en ellas agua, ni alimento, lo necesario para vivir?
¿De quién es el aire? ¿De quién las lagunas y los ríos, la sal, la leña, los guanacos, avestruces, los caballos y las vacas del campo? ¿De algunos de ellos? ¿De la tribu? ¿De alguna de las otras tribus? ¿O son de todos para que la gente respire, beba y coma? ¡Para vivir!
¿Cómo subsistirían los demás si alguno de nosotros decidiera que todas esas cosas le son propias?
¿No compartimos, acaso, la preciada sal de las Salinas Grandes con los blancos, que se la llevan en caravanas de carretas?
Pero ellos, ¿cómo nos pagan? ¿No son los huincas 5 los que sacan al ganado sólo el cuero para vender en la ciudad, dejando que la carne, nuestro alimento, se pudra en el campo? ¿No son los huincas los que dicen que el ganado que pastaba libre en el campo es suyo por haberlo marcado y herrado? ¿No son sus jefes los que en muchas ocasiones nos prohíben acercarnos a los poblados y comerciar con el blanco? 6

Los servicios de inteligencia y los preparativos: Una vez que el malón estaba decido, comenzaba a funcionar servicio de inteligencia, que estaba compuesto por indios que camuflados en los pajonales cercanos al sitio que iba a ser blanco del malón, pasaban días y días observando detenidamente todos los movimientos que allí se realizaban, analizando las vías de acceso al lugar (estado de los caminos, aguadas, pantanos) y tratando de memorizar la cantidad de ganado, cuál era el total de hombres y cuántos estaban dedicados a la vigilancia del fortín.

Indios mansos que vivían en las estancias y poblados cercanos al fortín, del que conocían su funcionamiento a la perfección, actuaban muchas veces como informantes completando los datos que posibilitarían llevar a cabo el malón.

Los pulperos, quienes se veían en el desafío constante de sobrevivir en la frontera, actuaban habitualmente como espías, pero eran espías “muy especiales” ya que brindaban información tanto a la indiada como a los ejércitos a cambio de su tranquilidad y de alguna compensación.

También contaban con la ayuda de “cristianos” que habían llegado a las tolderías buscando paz y libertad… Sí, así era, no era fácil la vida en el mundo de los blancos. Muchos huían porque la policía los perseguía por robar ganado, herir o matar a alguien en una pelea; otros eran perseguidos políticos por haber participado en el bando perdedor en alguna guerra civil y los más porque a pesar de trabajar la tierra con rudeza muchas veces eran considerados “vagos” y “malentretenidos” y había leyes que decían que todo hombre así considerado, debía cumplir servicio militar en los fortines de la frontera. Así, lo alejaban de sus familias y los condenaban a pasar todo tipo de privaciones, arriesgando gratuitamente su vida en la guerra contra el indio, porque era común que no recibieran ningún pago por este trabajo.

Luego que el servicio de inteligencia realizara el reconocimiento del terreno y recopilara la información necesaria, los preparativos continuaban en las tolderías. Allí, se planificaba la estrategia a seguir y cuándo se produciría la acción. Enseguida afilaban los facones y las puntas de las lanzas, verificaban el estado de las boleadoras, seleccionaban los caballos. Martín Fierro describe los preparativos:

«Para pegar el malón
el mejor flete procuran;
y como es su arma segura
vienen con la lanza sola,
y varios pares de bolas 7
atados a la cintura.
De ese modo anda liviano,
no fatiga al mancarrón; 8
es su espuela en el malón,
después de bien afilao,
un cuernito de venado
que se amarra en el garrón». 9

Ejecución del malón: Concluidos los preparativos, montaban en sus caballos en dirección a las cercanías del fortín, siguiendo cuidadosamente su plan. En el silencio del campo se oía un ruido muy parecido al eco de los truenos, que se hacía cada vez más y más potente… era el del galope de los caballos sumado a los gritos de los indios. Así se anunciaba la llegada del malón. Los blancos los veían de este modo:

“Bajo la planta sonante
del ágil potro arrogante
el duro suelo temblaba,
y envuelto en polvo cruzaba
como animado tropel,
velozmente cabalgando.
Veíanse lanzas agudas,
cabezas, crines ondeando;
y como formas desnudas
de aspecto extraño y cruel.» 10

Al llegar se enfrentaban con los pobladores y con los hombres del fortín. Incendiaban las casas y tomaban todo lo encontraban a su paso, comida, ropa, cautivos y fundamentalmente el preciado ganado. Se retiraban velozmente y comenzaba la persecución. Así lo cuenta Martín Fierro:

“Y cunado se iban los indios 
con lo que habían manotiao 
salíamos muy apuraos 
a perseguirlos de atrás. 
Si no se llevaban más 
es porque no habían hallado». 
[…] Los perseguimos de lejos 
sin poder ni galopiar; 
¡Y qué habíamos de alcanzar 
en unos bichocos 11 viejos?». 12

El regreso no era nada fácil, porque había que arrear gran cantidad de animales, cautivos y mercancías en medio de la persecución de los milicos y los hombres de los poblados.

En la guerra los indios sacaban ventaja de su conocimiento del terreno y preparaban emboscadas para los huincas, por ejemplo, en las persecuciones los llevaban hacia pajonales a los que prendían fuego dejándolos cercados. También para mostrar su superioridad y provocar más temor, arreaban gran cantidad de caballos que vistos desde lejos simulaban ser más combatientes que venían en su apoyo.

Cuando llegaban a Guaminí y Carhué, una vez que habían logrado dejar atrás a los criollos, tomaban el camino que los conduciría a las tolderías. A lo lejos podían ver una señal de humo que convocaba a todos a dar la bienvenida a los guerreros. Cuando llegaban, comenzaba el reparto de lo producido por el malón:

«Se reparten el botín 
con igualad, sin malicia; 
no muestra el indio codicia, 
ninguna falta comete; 
solo en esto se somete 
a una regla de justicia. 
Y cada cual con lo suyo 
a sus toldos enderiesa […]». 13

Luego de descansar se dedicaban a poner en condiciones la hacienda para emprender el camino hacia Chile, donde venderían el ganado.

Las rastrilladas: Para llegar a Chile debían atravesar una vasta planicie y cruzar la cordillera de los Andes, utilizando para ello las huellas que se iban formando a partir del pisoteo del ganado en las idas y venidas hacia ese lugar. Eran surcos paralelos, profundos y bien asentados por los cuales se podía transitar y que habían de seguir estrictamente si no querían perderse en el desierto. El camino era largo y había que conocerlo muy bien, saber dónde estaban las aguadas y los pastizales necesarios para el ganado. Solían hacer algunas paradas en Salinas Grandes, las tierras de Calfucurá, Levucó, sede de los ranqueles, Cochicó y Covunco.

Las rastrilladas

Venta de la mercancía: El comercio con el sur de Chile era continuo, y la hacienda no sólo era vendida a las tribus de mapuches y araucanos sino que también era comprada por importantes ciudadanos chilenos que tenían estancias en esas regiones, sobretodo en Valdivia.

¿Qué obtenían el indio como producto de la venta?
«[…] volvía bien vestido y provisto de todo lo que pudiera necesitar él y los suyos para una temporada: mantas, ponchos, alcohol, dagas, machetes, […] pañuelos finos de Europa para vinchas, aperos, chapeados de plata, alhajas del mismo metal para sus mujeres y cañas de coligüe para armar lanzas». 14

Actividades

  1. Proponemos la realización de trabajos cartográficos a partir de los mapas incluidos y de los datos brindados por el texto.
  2. Análisis de las motivaciones que llevan a las partes a actuar de la forma que se manifiesta en el relato.
  3. Armar una historieta en la que se expresen los pasos seguidos para dar el malón.

El malón, puerta de entrada a… 
Las economías regionales
El saladero: circuito productivo de la carne en el siglo XIX
La llanura pampeana
El espacio rural
Las relaciones de los diferentes grupos sociales: intercambios y conflictos

Sugerencias 
Resulta muy interesante y alentador para los niños poder comunicar el producto de su trabajo áulico a otros, por ello, sugerimos al docente seleccionar las historietas más atractivas y proponer que sus alumnos, en base a ellas, relaten la historia de los malones a los niños del primer ciclo. Ésta puede ser una de las formas a través de la cual el docente evalúe el aprendizaje de los contenidos desarrollados.

Bibliografía
Araya, José y Ferrer, Eduardo, El comercio indígena, los caminos a Chapaleofú, Tandil, Municipalidad de Tandil, 1988.
Barsky, León, Malones, en Cuadernos de Historia, Buenos Aires, Ateneo de Estudios Históricos Manuel Belgrano, nov.-dic./1983.
Echeverría, Esteban, La cautiva, Buenos Aires, Editor Alfredo Angulo, 1939.
Hernández, José, Martín Fierro, Buenos Aires, Kapelusz, 1965.
Mandrini, Raúl, Indígenas y fronteras. Los araucanos de las pampas en el siglo XIX, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, Colección Historia Testimonial Argentina, N° 22, 1984.
Mansilla, Lucio V., Una excursión a los indios ranqueles, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1980.
Palermo, Miguel A., Los indios de la pampa, Buenos Aires, Coquena, Libros del Quirquincho, Colección La otra historia, N° 4, 1997.
Palermo, Miguel A., Los tehuelches, Buenos Aires, Coquena, Libros del Quirquincho, Colección La otra historia, N° 8, 1993.

Referencias:
1 Dibujo de tapa del libro: Pechmann, Guillermo, El campamento, 1878 – Algunos cuentos históricos de fronteras y campañas,  Buenos Aires, Eudeba, 1980.
2 Se llamaba cimarrón al ganado salvaje que vagaba libremente por la pampa.
3 La expresión indica que comenzó a hablar, a exponer sus ideas ante la comunidad.
4 Hernández José, Martín Fierro, Buenos Aires, Kapelusz, 1965, pág. 102.
5 Era la forma en que los indios se referían al hombre blanco.
6 Adaptado de Schoo Lastra, Dionisio, Los indios del desierto, s/datos de edición, pág. 47 y 48.
7 Se refiere a las boleadoras.
8 Habla del caballo que monta el indio.
9 Hernández, José, Op. cit., pág. 109.
10 Echeverría, Esteban, La cautiva, Buenos Aires, Editor Alfredo Angulo, 1939, pág. 49 y 50.
11 Bichoco significa viejo y que no puede moverse con rapidez, en este caso habla de los caballos en los que perseguían el malón.
12 Hernández, José, Op. cit., pág. 21 y 22.
13 Hernández, José, Op. cit., pág.114.
14 Schoo Lastra, Dionisio,Los indios del desierto, s/datos de edición, pág. 41.

 

Fuente: www.elhistoriador.com.ar