La revolución del 80 y la federalización de Buenos Aires


Hacia 1880 ya se habían sucedido tres presidencias sin interrupciones, aunque no sin serios problemas. Uno de éstos, sofocados los últimos bastiones federales, seguía siendo el de la capital federal. En un sentido nada figurado, las autoridades nacionales eran los invitados de la provincia bonaerense y esto producía graves conflictos.

Hacia comienzos de 1880, cuando finalizaba la presidencia de Nicolás Avellaneda, habiendo sido elegido presidente Julio Argentino Roca, el gobernador bonaerense Carlos Tejedor fue autorizado por la legislatura a invertir dinero en armamento policial y en la milicia provincial. Detrás se encontraban sectores del mitrismo, poco dispuestos a ser relegados nuevamente del poder. De inmediato, Avellaneda exigió volver atrás con la decisión, pero no fue escuchado.

Así las cosas, no tardó el presidente en mudar la sede del gobierno nacional al ahora barrio de Belgrano (antes fuera del ejido porteño), mientras convocó a las tropas del ejército nacional dirigidas por Roca para poner a raya a la provincia rebelde. No sólo eso, a instancias de Avellaneda, el Congreso Nacional declaró a Buenos Aires capital de la República.

Antes de la derrota federal, capitalizar la ciudad porteña hubiese representado poner a las provincias en pie de igualdad frente a la oligarquía porteña. Pero una vez que ésta logró aplacar las resistencias provinciales y hacer suyo el gobierno nacional, no había peligro en transformar el estado de la ciudad porteña. Pero un pequeño sector de la oligarquía porteña no lo creía así. Este era el autonomismo a ultranza que representaba Tejedor, que exigiendo la constitución de un Estado porteño independiente, fue a la guerra civil, que estalló el 12 de junio de 1880.

Los ejércitos nacionales y porteños se enfrentaron en varios puntos de la ciudad, produciéndose alrededor de tres mil muertos. Las fuerzas de Tejedor fueron vencidas y la finalmente la ciudad sería federalizada, dando comienzo a la larga hegemonía roquista en la historia política argentina.

En ocasión de la fecha en que comenzó esta guerra civil, recordamos las palabras de Juan Bautista Alberdi sobre la perpetua disparidad de riquezas entre Buenos Aires y el resto del país.

Fuente: Juan Bautista Alberdi, La revolución del 80, Plus Ultra, Buenos Aires, 1964, pág. 15; en Carlos Alberto Floria y César A. García Belsunce, Historia de los Argentinos II, Buenos Aires, Larousse, 1992, págs. 183-184.

«El uno [Buenos Aires] gobierna, el otro [la República] obedece; el uno goza del tesoro, el otro lo produce; el uno es feliz, el otro miserable; el uno tiene su renta y su gasto garantido, el otro no tiene seguro el pan

 

Juan Bautista Alberdi