John Lennon, el Beatle politizado


La Opinión, 8 de agosto de 1971.

No ha existido –probablemente no vuelva a repetirse- en la historia del arte de masas un fenómeno de difusión universal y simultánea como el que la música de los Beatles protagonizó a partir de 1963.
De la fácil trivialidad de sus primeras canciones, demasiado rápido pasaron a manejar un material más cargado de ideas, apoyadas, a veces, por declaraciones periodísticas francamente inquietantes para el sistema que los había inventado.
De inmediato, los constructores del incontrolable aparato que se había convertido, si no en un nuevo factor de poder, en una apología de la rebelión, se aplicaron a frenarlo. Lo consiguieron a principios de 1970, cuando los Beatles se separaron.
Pero la disolución del cuarteto no devolvió la tranquilidad. Desde ese momento, John Lennon, el más lúcido de los Beatles, apoyado por el certero exhibicionismo de su segunda mujer, la pintora japonesa Yoko Ono, se ha dedicado a publicitar, aprovechando la facilidad de su condición de ídolo pop su programa revolucionario, que suele mezclar a Marx con el espiritualismo oriental.
Uno de los más extensos y clarificadores reportajes a los que Lennon se prestó en los últimos meses fue el publicado por la revista inglesa The Red Mole, cuyos párrafos más importantes se reproducen a continuación:

Pregunta: Su último disco y sus declaraciones más recientes –las entrevistas publicadas por el periódico Rolling Stone en especial- indican que sus puntos de vista son cada vez más radicales y políticos. ¿Cuándo comenzó a pasarle esto?

John Lennon: Sabe, siempre tuve una mentalidad política y contra el statu quo. Es totalmente básico cuando uno crece, como yo, odiando y temiendo a la policía como a un enemigo natural, y despreciando al ejército como una cosa que se lleva a todo el mundo de su casa y lo deja muerto en alguna parte. Quiero decir que es algo básico para la clase obrera, aunque empieza a gastarse cuando uno crece, forma una familia y es tragado por el sistema. En mi caso, nunca dejé de ser político, aunque la religión tendió a apagarlo en mis días ácidos; eso habrá sido por el 65 ó el 66. Y la religión fue el resultado directo de toda esa porquería del super-estrella, la religión fue una salida a mi represión. Yo pensaba: “Bueno, hay otra cosa por la que se vive, ¿no? Esto no es, seguramente”.
Pero siempre fui político en un sentido. En mis dos libros aun cuando fueron escritos en una especie de germanía joyceana, hay muchos golpes a la religión y hay una obra acerca de un obrero y un capitalista. Yo satiricé al sistema desde mi niñez. Acostumbraba a redactar periódicos en el colegio y a colgarlos en todas partes. Tenía mucha conciencia de clase, como dirían algunos, porque sabía lo que me estaba pasando y conocía la represión clasista contra nosotros: fue algo lamentable, pero en el huracanado mundo Beatle me aparté de la realidad por un tiempo.

Pregunta: ¿Cuál pensó que era la razón del éxito de su música?

John Lennon: Bueno, al comienzo me pareció que se había producido una apertura, pero retrospectivamente me doy cuenta de que fue como el falso trato que ellos dan a los negros, a esos negros con permiso que los dejan ser corredores o boxeadores. Esa es la elección que ellos permiten. Ahora hay permiso para el pop, que es lo que dije en el álbum en Working Class Hero. Como manifesté en Rolling Stone, son los mismos que tienen el poder, el sistema de clases no cambió en lo más mínimo. Desde luego, mucha gente anda con el pelo largo ahora, pero nada cambió, excepto que todos nosotros nos vestimos de etiqueta, a veces, y dejamos que los bastardos de siempre manejen todo.

Pregunta: ¿Cuándo comenzó a romper con el papel que le impuso el hecho de ser Beatle?

John Lennon: Aun durante el apogeo de los Beatles traté de hacerlo; lo mismo, George. Viajamos a los EE. UU. varias veces y Epstein (promotor de los Beatles) siempre trató de impedir que dijéramos algo sobre Vietnam. Pero una vez, George y yo le dijimos: “Oiga, la próxima vez que nos pregunten les diremos que esa guerra no nos gusta y que debieran irse de allí”. Es lo que hicimos. Y en aquel entonces, era cosa muy radical. Deben recordar que siempre me sentí reprimido. Todos estábamos tan presionados que era muy difícil tener la oportunidad de expresarnos, especialmente trabajando a ese ritmo, haciendo giras continuamente y siempre mantenidos en un capullo de mitos y de sueños. Es muy difícil cuando uno es César, y todo el mundo le dice a uno lo magnífico que es y le dan todos los dulces y las chicas, es muy duro romper con eso, decir “Bueno, no, no quiero ser rey, quiero ser real”.
Así que, a su modo, la segunda cosa política que hice fue decir: “Los Beatles son más grandes que Jesús”. Eso sí que rompió el esquema, casi me matan en Norteamérica por eso. Fue un gran trauma para los chicos que nos seguían. Hasta entonces, existía la política no escrita de no contestar las preguntas delicadas, aunque yo siempre leí los diarios, las notas políticas. La constante conciencia sobre lo que estaba sucediendo en el mundo me avergonzaba, porque nada podía decir. Produje ese exabrupto porque ya no aguantaba más el juego, era demasiado para mí.

Pregunta: ¿De algún modo usted pensaba políticamente incluso cuando pareció estar criticando a la revolución?

John Lennon: Ah, claro, Revolution. Hubo dos versiones de esa canción, en cuanto a la letra. También una tercera, abstracta musique concréte, rizos y todo eso, gente gritando. Me pareció que estaba pintando con el sonido un cuadro de la revolución, pero me equivoqué. El error es que fue algo contrarrevolucionario. En una de las versiones yo decía: “Cuando ustedes hablan de destrucción, no cuenten conmigo”. Yo no quería que me mataran. En realidad, no sabía mucho de los maoístas, pero me parecía que eran pocos y aun así se desaforaban y permanecían frente a la policía esperando que los agarraran. Me parecía tonto. Pensé que los primeros comunistas revolucionarios coordinaban las cosas un poco mejor y no andaban por ahí gritándolo. Así me sentía yo. En realidad, estaba haciendo una pregunta. Como uno de la clase obrera, yo estaba interesado en Rusia y China y todo lo concerniente a la clase obrera, aunque estaba jugando el juego capitalista. Estuve tan envuelto en lo religioso que alguna vez me califiqué de comunista cristiano pero, como dice Janov, la religión es la locura legalizada. La terapia barrió con eso y me hizo sentir mi propio dolor.

Pregunta: Ese psicoanalista que lo trató a usted…

John Lennon: Janov.

Pregunta: Sus ideas parecen tener algo en común con las de Laing. Janov no quiere reconciliar a la gente con sus miserias, adecuarla al mundo, prefiere que la gente se enfrente con ellas hasta sus orígenes, ¿no es así?

John Lennon: Bueno, él procura que uno sienta el dolor que se le ha acumulado desde la niñez. Tuve que hacerlo para matar realmente todos esos mitos religiosos. Durante la terapia con Janov sentí realmente cada momento doloroso de mi vida, es crucial, uno se ve obligado a admitir que el propio dolor, ese que lo despierta a uno aterrorizado, con el corazón a toda marcha, es realmente de uno y no la consecuencia de los padres de uno, del ambiente. Cuando lo comprobé, todo empezó a ponerse en su lugar. Aunque reprimamos ese viejo dolor, sigue ahí. El mayor es no ser querido, darse cuenta de que los padres no lo necesitan a uno como uno a ellos. Cuando yo era chico, había momentos en que no quería ver la fealdad, ver que no me querían. Esta ausencia de amor entró por mis ojos y en mente. Janov no le habla a uno de esto, pero lo hace sentir. Y cuando uno se libra a ese dolor, el dolor mismo regurgita la memoria de lo que obligó a reprimirlo en el cuerpo. De ese modo, el dolor se canaliza correctamente en vez de ser reprimido otra vez, como cuando uno toma una píldora o se da un baño diciendo: “Bueno, va a pasar”.
La mayoría canaliza su dolor a través de Dios o de la masturbación o algún ensueño. La terapia es como un lento “viaje” de ácido que transcurre naturalmente en el cuerpo. Es difícil describirlo, porque uno siente “Tengo dolor” y parece arbitrario, pero el dolor tiene para mí ahora un significado distinto porque experimenté físicamente todas esas represiones. Era como sacarse los guantes y sentir la propia piel por vez primera. Traté de expresar algo de esto en mi último álbum.

Pregunta: ¿Considera que la familia en general es la fuente de esas represiones?

John Lennon: El mío es un caso extremo, sabe: mi padre y mi madre se separaron y nunca vi a mi padre hasta que tuve 20 años, ni vi tampoco mucho a mi madre. Pero Yoko tuvo a sus padres y era lo mismo.

Yoko Ono: Una tal vez sienta más dolor cuando está con los padres. Es como cuando se tiene hambre y es peor ver el símbolo de un sándwich que no tener el sándwich del todo. No hace bien. Muchas veces quise que mi madre se muriera para que algunos me tuvieran simpatía por lo menos. Pero allí estaba ella, una madre perfectamente bella.

John Lennon: Y la familia de Yoko era de clase media japonesa, pero la represión es la misma. Aunque pienso que los de la clase media padecen un trauma mayor si tienen padres que hacen una linda imagen, sonrientes, dulces, etc. Son los que tienen mayor problema para decir “Adiós mami, adiós papi”.

Pregunta: ¿Qué relación tuvo todo esto con su música?

John Lennon: el arte es sólo una manera de expresar el dolor.

Pregunta: Muchas canciones de los Beatles son sobre la niñez.

John Lennon: Sí, será todo por mí.

Pregunta: Aunque son muy buenas, es como si les faltara algo.

John Lennon: Lo que les falta es realidad. Porque nunca fui querido. La única razón que me llevó a ser estrella es mi represión. Ninguna otra cosa me hubiera empujado a todo eso si yo hubiera sido “normal”.

Yoko Ono: Y feliz.

John Lennon: La única razón que me empujó a eso es que yo quería decir: “Y ahora, mami-papi, ¿me querrán?”

Pregunta: ¿Y tuvo usted un éxito más grande que los sueños más locos pudieron imaginar?

John Lennon: Oh, Jesucristo, fue una opresión completa. Es decir, tuvimos que soportar una humillación tras otra de la clase media, los snobs, los intendentes y demás. Para mí fue una humillación especial, porque nunca podía cerrar la boca y tenían que emborracharme o drogarme para bajar la presión. Un infierno…

Yoko Ono: Lo privaban a John de toda experiencia real, sabe…

John Lennon: Me sentía muy miserable. Es decir, después de hacer algo por primera vez: el primer disco, el primer viaje a Estados Unidos. Al principio teníamos el objetivo de convertirnos en algo tan grande como Elvis Presley, avanzar era la gran cosa, pero alcanzarlo, la gran decepción. Me encontré con que tenía que agradar continuamente a la misma clase de gente que siempre odié cuando fui chico. Esto comenzó a devolverme a la realidad. Comprobé que todos estamos oprimidos, y por eso me gustaría hacer algo en la materia, aunque no estoy seguro de cuál es mi lugar.

Pregunta: En todo caso, política y cultura están vinculadas. Los trabajadores actualmente son reprimidos por la cultura, no por las armas…

John Lennon: Están dopados.

Pregunta: Y la cultura que los dopa puede ser hecha o rota por el artista.

John Lennon: Es lo que procuro con mis álbums y en estos reportajes. Lo que intento hacer, es influir a toda la gente que puedo influir. A todos los que siguen durmiendo y ponen un signo de interrogación en su mente. El sueño del ácido se acabó, eso es lo que intento decirles.

Pregunta: Aún antes la gente utilizó las canciones de los Beatles con otras letras.

John Lennon: Eso me gusta. Gocé cuando las multitudes de un estadio de fútbol cantaban All Together Now con otras palabras. También me gustó que el movimiento norteamericano se apropiara de Give Peace a Chance, porque lo escribí teniendo eso en la cabeza. Yo esperaba que, en vez de cantar We Shall Overcome, del 1800 o algo así, tuvieran algo contemporáneo. Incluso entonces sentía la necesidad de escribir una canción que la gente pudiera cantar en el café o en una manifestación. Es por eso que quisiera componer canciones para la revolución, ahora.

Pregunta: ¿Usted piensa que la violencia contra los opresores se justifica siempre?

Yoko Ono: Creo que, en cierto sentido, la nueva música mostró que las cosas podían ser transformadas mediante nuevos canales de comunicación.

John Lennon: Sí, pero como dije, nada cambió realmente.

Yoko Ono: Bueno, algo cambió, y fue para mejor. Todo lo que digo es que tal vez podamos hacer una revolución sin violencia.

John Lennon: Pero no se puede tomar el poder sin lucha…

Pregunta: Esa es la cuestión.

John Lennon: Y cuando las cosas se pongan feas, no le dejarán al pueblo tener ningún poder, darán todos los derechos necesarios para actuar y bailar para ellos, pero no el poder real.

Yoko Ono: Lo cierto es que, aún después de la revolución, si la gente no cree en sí misma, va a tener nuevos problemas.

John Lennon: Después de la revolución existe el problema de conseguir que todo siga andando, de superar las diferencias de puntos de vista. Es muy natural que los revolucionarios tengan soluciones diferentes, que se dividan en grupos distintos y cambien, eso es dialéctico, pero al mismo tiempo necesitan estar unidos frente al enemigo, para consolidar un nuevo orden. No conozco la respuesta: obviamente, Mao Tsé-tung tiene conciencia del problema y mantiene la pelota en juego.

Pregunta: El peligro es que, una vez creado el Estado revolucionario, tiene a formarse una nueva burocracia conservadora. Este peligro aumenta si el imperialismo aísla a la revolución y hay escaseces materiales.

John Lennon: Una vez que el nuevo poder se instala, debe establecer un nuevo statu quo para que las fábricas y los trenes sigan caminando.

Pregunta: Sí, pero una burocracia represiva no necesariamente dirige fábricas y trenes mejor que como lo harían los obreros bajo un sistema de democracia revolucionaria.

John Lennon: Sí, pero todos tenemos instintos burgueses, todos nos cansamos y sentimos la necesidad de descansar un poco. ¿Cómo se hace para mantener todo andando y conservar el fervor revolucionario, una vez que se ha logrado lo que se quería lograr? Desde luego, Mao consiguió ambas cosas en China, pero ¿qué pasará cuando Mao desaparezca? Él también utiliza el culto de la personalidad. Tal vez eso sea necesario: pareciera que todos tienen necesidad de una figura paternal. Pero estuve leyendo las Memorias de Khruschov –ya sé que él mismo es un figurón- y parecía pensar que convertir a un individuo en una religión era malo, y que eso no parece formar parte de la idea comunista básica. Sin embargo, la gente es la gente: esa es la dificultad. Si tomamos el poder en Gran Bretaña, tendremos el trabajo de acabar con la burguesía y de mantener al pueblo en un estado mental revolucionario.

Yoko Ono: Todo será distinto cuando los más jóvenes tomen el poder.

John Lennon: Creo que no resultará difícil hacer que los jóvenes caminen. Hay que darles vía libre para atacar a los concejos locales o para destruir la autoridad escolar, como los estudiantes cuando rompen la represión en las universidades. Ya está sucediendo, aunque la gente aún debe unirse más.
Y las mujeres también son muy importantes. No podemos tener una revolución que no involucre y libere a la mujer. Es tan sutil la manera en que se nos enseña la superioridad masculina. Me llevó mucho tiempo descubrir que mi masculinidad estaba recortando algunas zonas de Yoko. Ella es muy rápida para descubrir cómo tratan a la mujer algunos que se proclaman radicales.

Yoko Ono: No se puede amar a nadie que no sea un igual. Muchas mujeres dependen de los hombres por miedo o inseguridad, y eso no es amor. Básicamente por esa razón, las mujeres odian a los hombres.

John Lennon: Y viceversa.

Yoko Ono: Si se tiene una esclava en casa, ¿cómo se podrá hacer la revolución fuera de ella? Para las mujeres, el problema es que si tratamos de ser libres, nos volvemos solitarias, porque muchas mujeres quieren ser esclavas y los hombres las prefieren así, por lo general. Siempre se corre el riesgo de perder al hombre. Es muy triste.

John Lennon: Yoko ya estaba en el movimiento de liberación de la mujer cuando la encontré. Tuvo que abrirse camino en un mundo de hombres –el mundo artístico está completamente dominado por los hombres-, así que estaba llena de celo revolucionario cuando nos encontramos. Nunca hubo problema con la cosa: teníamos que crear una relación 50-50 o no había relación. Lo aprendí rápidamente. Escribió un artículo sobre la mujer hace más de dos años, donde dice: “Las mujeres son los negros del mundo”.

Pregunta: John, ¿cómo cree que se puede destruir el sistema capitalista aquí, en Gran Bretaña?

John Lennon: Solamente –me parece- dándoles a los trabajadores la conciencia de su desdichada posición, rompiendo las ilusiones de que están rodeados. Ellos piensan que están viviendo en un magnífico país con libertad de palabra; obtuvieron automóviles y teles y no quieren pensar que hay algo más en la vida; están preparados para dejarse manejar por los patrones, para ver a sus hijos deformados por la escuela. Están soñando un sueño ajeno, ni siquiera el propio. Debieran comprender que están acosando y persiguiendo a los negros y a los irlandeses, y que ellos serán los próximos. Cuando tengan conciencia de esto, podremos empezar a hacer algo. Los obreros empezarán. Marx dijo: “A cada uno según su necesidad” y creo que eso va a funcionar aquí. Pero también tenemos que infiltrar el Ejército, porque están bien entrenados para matarnos a todos. Tenemos que empezar donde están los oprimidos. La idea no es confortar al pueblo, hacerlo sentir mejor, sino hacerlo sentir peor, ponerle constantemente delante las degradaciones y humillaciones que debe soportar para obtener lo que se llama un salario vital.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar