Discurso de J. D. Perón en el Día del Trabajador – Plaza de Mayo (1951)


1 º de Mayo de 1951 – Discurso de Juan Domingo Perón.

Compañeros:

Hace ya muchos años, en Chicago, en un 1° de mayo como este, eran ahorcados por una justicia de clase enceguecida, un grupo de trabajadores que sólo reclamaban más pan para sus hijos y justicia para sus hermanos.

El justicialismo argentino rinde hoy homenaje a su recuerdo habiendo destruido aquí la explotación capitalista e instaurado la justicia social por la que ellos murieron.

En este jubiloso primero de mayo, saludo a todos los hombres y mujeres que con su trabajo honrado están construyendo la felicidad y la grandeza de esta patria.

Doy gracias a la Providencia porque los argentinos podamos mediante nuestro justicialismo, festejar en paz y en armonía el día de los trabajadores y hago votos porque esa paz y armonía llegue también, mediante la justicia, a todos los trabajadores del mundo y en especial, a aquellos que hoy sufren la explotación del dinero o del Estado y que recuerdan esta fiesta con los puños crispados por la impotencia frente a la injusticia y frente a la ignominia.

El justicialismo y el sindicalismo, he dicho esta mañana, han encontrado el camino de sus finalidades comunes en la República argentina, y trabajando estrechamente unidos van siendo ya el índice de su felicidad y de su grandeza.

Han pasado cinco años de nuestro gobierno y como el primer día el gobierno y los trabajadores se encuentran estrechamente unidos y solidarios. Ello se debe solamente ha que el Gobierno justicialista ha hecho, hace y hará siempre, únicamente lo que el pueblo quiera y defenderá un solo interés: el del pueblo. El gobierno justicialista ha fijado también como doctrina en lo internacional esta premisa: ninguna decisión de la política internacional que implique una acción de guerra fuera de nuestro territorio, será tomada sin una previa consulta al pueblo. Sabemos que cuando se toman estas decisiones en defensa del pueblo hay que enfrentar la injusta lucha de los intereses. El imperialismo capitalista la ha desatado ya, mediante su periodismo internacional en nombre de una libertad que no practica. La libertad, para que sea libertad, ha de ser la que el pueblo quiera, y no la que pretenden imponernos desde afuera.

La lucha por la libertad, para nosotros, es la que nos conduce a la justicia social, a la independencia económica y a la soberanía política. Los argentinos tenemos nuestro régimen de libertad constitucional; pero que sería de él en la injusticia social, en la esclavitud económica o en el vasallaje político. Todo eso nos conduciría la libertad tan conocida por los trabajadores argentinos: la libertad de morirse de hambre.

Por eso, el cuento de la libertad es demasiado conocido para que nosotros podamos caer en él. No difiere mucho del cuento del billete premiado o del de la máquina de hacer dinero. Por eso, también hoy, primero de mayo, quiero anunciarles que el diario «La Prensa», expropiado por disposición del Congreso Nacional, será entregado a los trabajadores en la forma que ellos indiquen.

Este diario, que explotó durante tantos años a sus trabajadores y a los pobres, que fue instrumento refinado al servicio de toda explotación nacional e internacional, que representó la más cruda traición a la patria, deberá purgar sus culpas sirviendo al pueblo trabajador para defender sus reivindicaciones y defender sus derechos soberanos.

Todo esto, por decisión soberana y libre del pueblo argentino, en favor y defensa de la libertad que él quiere de acuerdo con las leyes y la constitución que él libremente se ha dado y mantiene, sin pensar que a los demás pueda o no gustarles el gesto libre y la actitud soberana.

Una vez más saludo a la CGT, y la felicito, y a todos los sindicatos argentinos. Este año 1950 de la organización sindical está sembrando el país de instituciones obreras de bien público que trabajan por la defensa del poder adquisitivo de sus salarios, de la salud física y moral de los obreros por la elevación cultural y social del pueblo argentino. Esas instituciones, ya beneméritas en el justicialismo, serán los pilares inconmovibles del futuro argentino, donde se afirme la producción, la riqueza, el bienestar y la grandeza de la patria.

Nada podrán los políticos profesionales desplazados ni sus agitadores a sueldo en los sindicatos argentinos. Son cartas demasiadas conocidas porque los trabajadores argentinos conocen bien como procedieron ellos cuando desquiciaron el país y lo sumieron en la explotación y en la vergüenza. Sus campañas de engaños y de rumores caerán en el ridículo y en desprecio de los obreros argentinos, que conocen los ignorantes, incapaces y venales que son, por haberlos sufrido tantos años.

Entre tanto, recordemos que la defensa del justicialismo es el nervio motor de nuestra lucha: en lo exterior contra el imperialismo y la reacción, y en lo interno contra la traición político – oligarca. Cada buen argentino debe sentirse depositario y guardián de nuestra justicia social, independencia económica y soberanía política, y estar pronto a morir en su defensa. Por eso es menester estar listo como en tiempo de lucha, con los comandos ágiles y los hombres de pie, porque el imperialismo capitalista no descansa en su tarea de comprar conciencias y pagar voluntades.

Las fuerzas de la seguridad nacional deberán vivir vigilantes sobre cada hombre para asegurar el cumplimiento de los mandatos de la Constitución Justicialista. El pueblo hará de cada uno de sus hombres un soldado consiente y decidido. El gobierno defenderá al justicialismo con todas las fuerzas de la Nación contra los enemigos de afuera o de adentro.

Compañeros: que sea este primero de mayo síntesis de la lucha contra la explotación en el mundo, el día de la decisión argentina para luchar por el justicialismo reparador de injusticias. Que nuestro bienestar y felicidad presentes sean un anticipo promisor de todos los hermanos trabajadores que en el mundo luchan contra la tiranía del Estado o del dinero. Que nuestra bandera justicialista acaudillan a millones de liberados de la miseria y del dolor, marcho en brazos del pueblo argentino para ejemplo de un mundo injusto donde gimen bajo el látigo de la explotación millones de seres de una humanidad entristecida y decadente que lucha por su liberación.

No deseo terminar estas palabras sin agradecer a los trabajadores de todo el país su esfuerzo generoso, que ha permitido realizar a nuestra patria su ambicioso plan. Agradezco también a esos bravos muchachos obreros, que en un alarde justicialista están realizando el campeonato mundial de la producción. Eso es posible en la nueva Argentina Justicialista, donde todos trabajamos para todos y para la Patria y no para el capitalismo internacional.

Finalmente, agradezco, como argentino y como trabajador, su unidad y su lealtad inconmovibles. Hoy podemos decir que los trabajadores argentinos estamos organizados, unidos y listos para luchar por nuestros derechos y nuestra dignidad y, para terminar que llegue a todos los trabajadores argentinos un gran abrazo, con el que los saludo y los estrecho muy fuerte sobre mi corazón.