América Latina entre la Crisis del 30 y los populismos


Autor: Felipe Pigna

La crisis mundial iniciada en 1929 golpeó duramente a las economías latinoamericanas. Gran Bretaña y los EEUU transfirieron los efectos de la crisis a los países que se encontraban bajo su influencia, bajando los precios de las materias primas, repatriando inversiones y colocando trabas a las exportaciones latinoamericanas.

Las consecuencias de estas políticas fueron el desempleo y la miseria. Ante la falta de divisas comenzó a desarrollarse la industria liviana, para reemplazar las importaciones que ya no podían adquirirse. El Estado, controlado por las elites conservadoras, intervino en la economía y subvencionó las actividades de los sectores dominantes. Esta intervención no se dio en el terreno social, donde las mayorías populares quedaron libradas a su suerte.

La baja de los precios agropecuarios llevó a la ruina a millones de campesinos que comenzaron a migrar hacia las ciudades en busca de trabajo en las nuevas industrias. Este proceso provocó grandes cambios en la composición del movimiento obrero latinoamericano durante toda la década del ’30.

Los trabajadores recién llegados traerán su inexperiencia política y sindical y no se sentirán del todo representados por las dirigencias sindicales de izquierda que predominaban en las grandes ciudades. De tendencias más conservadoras, los trabajadores provenientes del campo promoverán un sindicalismo más negociador que combativo e irán conformando la base social de los movimientos políticos conocidos como populistas que florecerán por toda América Latina entre mediados de los años ’30 y comienzos de los ’50.

Los populismos desarrollarán, de acuerdo a las características de cada país, el modelo del estado benefactor iniciado por Franklin Delano Roosevelt en los Estados Unidos a comienzos de la década del 30. Este modelo proponía integrar el obrero al sistema como consumidor- productor, elevando el nivel de los salarios para aumentar la demanda y mejorando la calidad de vida de los sectores populares a través de fuertes inversiones en rubros como salud, educación y vivienda con el objetivo de alejarlos de la influencia revolucionaria.

En México, el presidente Lázaro Cárdenas profundizó las conquistas en la legislación laboral y en la división de los latifundios iniciadas con la Revolución Mexicana de 1910 expropiando las compañías petroleras extranjeras en 1936.

Hacia 1937, Getulio Vargas funda en Brasil el Estado Nuevo, impulsando la actividad industrial y la sindicalización de los trabajadores brasileños.

Entre 1946 y 1955, el modelo peronista intentó cambiar el perfil económico argentino, pasando de una economía agroexportadora a una economía basada en el mercado interno y en la expansión del consumo. Si bien el objetivo no pudo concretarse, sus logros parciales implicaron cambios muy profundos en la sociedad argentina y un mejoramiento en las condiciones de vida de los sectores populares.

El peronismo en la Argentina, el Frente Popular en Chile, el varguismo en Brasil y el nacionalismo revolucionario de Paz Estensoro en Bolivia, expresaron el ingreso de los nuevos sectores populares a la política.

Los Estados Unidos y América Latina

La política norteamericana de «buena vecindad» propuesta por el presidente norteamericano Roosvelt se completó durante la Segunda Guerra Mundial con la de «defensa hemisférica» ante el nazifascismo. Esto significó una nueva relación con los países latinoamericanos, basada en la diplomacia y la negociación, en vez de la intervención directa frente a la falta de acuerdo.

Durante la guerra, el gobierno y las empresas norteamericanos aprovecharon la debilidad del comercio latinoamericano con Europa, para aumentar su influencia en el continente. La guerra, al desarrollarse en Europa y Asia, no sólo que no afectó la producción norteamericana sino que la fortaleció mientras sus principales competidores industriales estaban destruidos. Esto posibilitó un notable incrementando en la venta de insumos destinados a la industrialización, generando una fuerte subordinación tecnológica, al depender las industrias locales de la maquinaria y los repuestos fabricados en los Estados Unidos.

La influencia económica de política de los Estados Unidos en América Latina se expresó en la creación en 1948 de la O.E.A. (Organización de los Estados Americanos) creando una instancia de relación entre los diferentes estados nacionales donde el país del norte hizo sentir su poder de presión.

Discurso de Getulio Vargas

«…Las clases productoras, que realmente contribuyen a la grandeza y a la prosperidad nacional, el comerciante honesto, el industrial trabajador y equitativo, el agricultor que fecunda la tierra, no tiene razón para abrigar temores (…) jamás deben recelar de la fuerza del pueblo (…) Lo que la ley no protege ni tolera es el abuso, la especulación desenfrenada, la usura, el crimen, la inequidad, la ganancia de toda clase de favoritos y de todo los tipos de fabricantes, que lucran sobre la miseria ajena, comercian con el hambre de sus semejantes y dan hasta el alma al diablo para acumular riquezas a costa del sudor, de la angustia y del sacrificio de la mayoría de la población…»
Getulio Vargas, presidente de Brasil, discurso del 1º de mayo de 1951.

Discurso de Juan Domingo Perón

«Las masas obreras que no han sido organizadas presentan un panorama peligroso, porque las masas mas peligrosa, sin duda, es la inorgánica. La experiencia moderna demuestra que las masas obreras mejor organizadas son, sin duda, las que puede ser dirigidas y mejor conducidas en todos los órdenes.»

«Procedemos a poner de acuerdo al capital y al trabajo, tutelados ambos por la acción directiva del Estado (…) porque es indudable que no hay que olvidar que el Estado, que representa a todos los demás habitantes, tiene allí su parte que defender: el bien común, sin perjudicar ni a un bando ni a otro…»

Juan Domingo Perón Discurso en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, 25 de agosto de 1944.

Nicaragua

Nicaragua fue invadida por EE.UU. en reiteradas oportunidades entre los años 1912 y 1933. Contra la intervención norteamericana, asociada a la burguesía dueña de los cafetales, se alzó en armas el general Augusto César Sandino bajo los ideales que había sostenido años antes el revolucionario mexicano Emiliano Zapata: Tierra y Libertad. Tras décadas de lucha, la ocupación finalizó en 1933 y se convocó a elecciones. Pero si bien EE.UU. abandonó Nicaragua, dejó en su lugar a una fuerza militar organizada por ellos: La Guardia Nacional, En 1934, su jefe, el general Anastasio Somoza, ordenó el asesinato de Sandino y se hizo cargo del poder con el apoyo de los norteamericanos. Así nació la dinastía Somoza, que gobernó el país como si se tratase de una empresa familiar, con altos grados de corrupción y una dura represión a toda oposición, hasta su derrocamiento, el 19 de julio de 1979, por el Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar