Una familia que resiste la historia, por Fabricio Portelli


López es única. Porque es una de las pocas bodegas argentinas centenaria que continua en manos de la familia (van por la cuarta generación). Pero además, sigue haciendo sus vinos como siempre, es decir que fueron los únicos que no cambiaron su estilo original, hoy reconocido como el Estilo López.

Y fue esa convicción la que la llevó a ser una de las bodegas más exitosas y consistentes en la actualidad, a pesar de la avalancha de las nuevas modas.

De su etiqueta más antigua, el Chateau Vieux, aún se puede degustar la cosecha 1938. Y es la única que puede poner sobre la mesa más de 40 años de historia vínica en una degustación vertical (mismo vino de diferentes cosechas). Ya que si bien hay otras bodegas centenarias en la argentina y que elaboran vinos hace tiempo, López no ha variado en nada, cuando la mayoría cambió el origen de sus uvas, sus métodos de elaboración y crianza, y sobre todo sus estilos.

Así, el Montchenot, por ejemplo, se elabora con las mismas uvas (Malbec, Cabernet Sauvignon y Merlot), de la misma finca (La Marthita), plantada en 1940 en Cruz de Piedra, Maipú. Cuenta la leyenda que don José Federico López, padre de Carlos, el actual director de la casa junto a sus hijos (Carlos y Eduardo), había detectado este viñedo y lo mandó a cosechar por separado, no sólo por su calidad superior, sino para poder tener controlado el vino (en cantidad y calidad) desde la finca hasta la bodega. Y desde 1956 es, junto a su par Chateau Vieux, el único vino que fue testigo de la historia sin cambiar su esencia. Esto permite sentir el verdadero paso del tiempo, leer la verdadera historia del vino. Porque más allá de su estilo, la única variable que cambió entre una cosecha y otra fue el tiempo. Es decir que sólo en estos vinos se pueden interpretar los cambios climáticos de cada añada sin otras interferencias, tal como sucede con los vinos ya consagrados del Viejo Mundo.

En López no hay barricas pero si hay un sin fin de grandes toneles de roble de diversos tamaños en donde descansan sus mejores vinos, por varios años. Y si bien esa postal es bien reconocida por la mayoría de los enófilos, lo que muchos ignoran es que López también es una de las bodegas más modernas de la Argentina, además de ser una de las más grandes. Porque para elaborar tantos vinos de buena calidad es necesario tener mucha capacidad de frío (tanques de acero). Además, en épocas de vendimia es una de las pocas que permite ver como ingresa la uva a los lagares y como salen los camiones cargados con pallets de cajas de vinos, pasando por todas las etapas del proceso de elaboración.

Desde siempre, por su fama y cercanía a la ciudad de Mendoza, es una de las bodegas más visitadas. No obstante, su museo, micro cine y restaurante son relativamente nuevos. Por allí pasan muchos turistas que buscan vivir parte de la historia del vino argentino en persona.

Y como la historia no sólo la escribe el hombre sino que también la hace, hay un nombre que merece ser destacado. Porque Carmelo Panela es el hacedor, el enólogo de la bodega desde hace más de 50 años. Hoy secundado por su sobrino Omar, juntos son los encargados de velar por el Estilo López.
El fundador de la bodega llegó desde el sur de España, y desde aquel entonces la familia concibió los vinos a la europea. Algo que fue, es y será respetado a rajatablas por todos los López. Y no es por una cuestión de receta, sino de respeto por la historia. A ellos les gustan los vinos que pueden perdurar en el tiempo, y que son amables de beber en cualquier etapa de su vida. Desde Vasco Viejo hasta el Federico López. Sin dudas, una de las características inconfundible de los vinos de la casa es que cada etiqueta mantiene su estilo a través de las cosechas, algo inusual en los demás vinos argentinos. Porque los López no quieren sorprender ni impactar con cada copa, sino simplemente ofrecer el mismo vino siempre.

Los porqué del éxito de la bodega a lo largo de más de un siglo son muchos. Están presentes en todos los segmentos de precio con una atractiva diversidad de etiquetas, obviamente con el Estilo López. Y además de su reconocida relación calidad-precio, sus vinos llegan a todos lados. Por eso, cuando uno se lanza a la ruta y para en algún restaurante perdido, los vinos de López son siempre una apuesta segura.

Miguel Brascó, el gran periodista gastronómico argentino, fue uno de sus mayores promotores ya que decía que eran vinos dedicados a la mayoría silenciosa y sin fijarse lo que imponían las modas. Y mientras muchos pensaron que la historia llegaría a su fin en medio de la avalancha de vinos concentrados, criados en barricas y con carácter frutal impactante, Miguel siempre supo que el Estilo López sería eterno. Por un lado, porque la calidad y la consistencia han sido probadas y comprobadas por generaciones. Y por el otro, todos los amantes del vino, tarde o temprano nos rendimos ante esos vinos delicados, equilibrados y con todos los sabores del tiempo en cada botella.

Los vinos de López permiten conocer y beber la historia argentina.

Vinos históricos argentinos
5 notas de cata publicadas en www.fabricioportelli.com

Montchenot Tinto Gran Reserva 2004
Bodegas López, Mendoza
Si bien hace más de cincuenta años que este blend tradicional (Cabernet Sauvignon, Merlot y Malbec de viñedos plantados en 1940) se luce en nuestras casas, mesas y restaurantes, y que su estilo sigue siendo fiel a sus principios; siempre hay algo nuevo para decir del Montchenot. Porque cada degustación es una experiencia en sí misma. Su paladar es suave, sedoso, paciente. Se nota que tuvo tiempo, pero también que lo tiene por delante. Porque es fresco y sus taninos, finos, son firmes. Todo es equilibrio en boca. Y tanto sus aromas como sus sabores evocan cosas. Cosas que recuerdan a otras cosas o a otros momentos. Su estilo es tan indiscutido como reconocible.

Chateau Vieux Tinto Gran Reserva 2008
Bodegas López, Mendoza
Desde 1938 es un blend tinto elaborado con uvas propias de sus fincas La Marthita y Los Maitenes. Un blend que sigue siendo muy original a pesar de haber atravesado varias generaciones de consumidores, a base de Cabernet Sauvignon, Merlot y Pinot Noir. Luego de una elaboración clásica el vino descansa al menos ocho años en toneles de roble de 10.000 l. Sus colores rubí delatan su madurez, pero sorprende con un paladar fresco. De paso amable y equilibrado, es profundo y con un carácter de fruta madura y especias, que se mezclan en el final de boca con la complejidad que sólo brinda el tiempo a los buenos vinos.

Rincón Famoso 2011
Bodegas López, Mendoza
Como su nombre lo indica, es uno de los vinos con más fama de la casa. Tradicional blend de Sangiovese, Merlot y Malbec que sigue acaparando las mesas argentinas. De aromas y sabores amables, delicados y equilibrados, que recuerdan a fruta madura, especias y ahumados muy suaves. También a tierra mojada, una nota que habla de su evolución. Hay frescura y armonía en cada trago. Y es un vino que invita a bajar los decibeles entre tanto tinto innovador y vivaz. Además, acompaña la comida sin llamar la atención; quizás ese sea el secreto de su éxito.

López Cabernet Sauvignon 2013
Bodegas López, Mendoza
No hay dudas de que es un clásico de clásicos. Sin embargo, este varietal a base de Cabernet Sauvignon es relativamente nuevo en la (hoy) línea López. El estilo de la casa está, y muy bien logrado. Aunque sorprende en boca por su cuerpo y sus taninos que se hacen sentir un poco más que en su compañero Malbec. De aromas y sabores que van de la mano con notas especiadas y dejos vegetales, típicos del cepaje. Su paladar es fresco y equilibrado, y convive con un paso más firme sin perder el estilo de la casa.

Montchenot Tinto Joven 2010
Bodegas López, Mendoza
La posibilidad de disfrutar de un Montchenot antes de tiempo; es decir sin tener que esperar 10 años a que salga el clásico (de etiqueta blanca), ya predispone muy bien. Y cuando se mira, respira y saborea el vino, se confirma lo acertada de la nueva propuesta de la casa. Dueños de un estilo propio (el López) proponen aquí un juego. Por un lado de sensaciones, ya que el Joven mantiene el equilibrio y suavidad de sus hermanos mayores, pero con un carácter frutal marcado. Maduro y armónico, cada trago confirma su consistencia. Es amable y dócil, tanto que se puede beber sin parar. Es profundo y muy nítido en su estilo. Y por otro lado (hablando del juego), esta flamante etiqueta permite recorrer el tiempo, si se degusta junto con los más viejitos, hasta el día de hoy a través de los vinos. Algo tan único como interesante de hacer, sobre todo si se hace en familia, ya que los recuerdos caen en la mesa a medida que las copas se vacían y se vuelven a llenar.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar