Enquête (encuesta) sobre la Independencia argentina


El 25 de mayo de 1810 -a poco de llegar a Buenos Aires la noticia de que Sevilla había caído en manos de las tropas de Napoleón- se constituyó en Buenos Aires el primer gobierno patrio. Reunido en la Plaza de la Victoria, hoy Plaza de Mayo, el pueblo de Buenos Aires impuso su voluntad al Cabildo y creó la Junta Provisoria Gubernativa del Río de la Plata, conocida como Primera Junta. Se iniciaba así el proceso revolucionario que desembocaría en la declaración de la Independencia el 9 de julio de 1816. Para recordarlo, hemos seleccionado una encuesta a importantes personalidades del momento realizada por la revista Caras y Caretas en mayo de 1910, en ocasión del centenario de la Revolución de Mayo. La Enquête reúne opiniones sobre el país de escritores como Máximo Gorki y Rubén Darío.

Fuente: Revista Caras y Caretas, 21 de mayo de 1910.

¿Cree que la República Argentina es conocida en Europa?
Más de una vez me han hecho esta pregunta. A veces he respondido que sí. Otras, que no…  En ambas situaciones he dicho la verdad. Un país con sólo cien años de existencia, no tiene ningún derecho para creerse ofendido porque en muchas ciudades europeas de diez siglos de edad se ignore su existencia. Tampoco es justo que en estas mismas ciudades tan doctas, se dé poca importancia a las naciones que, cual la nuestra, se levantan y brillan detrás del horizonte… Sin embargo, todo eso es realidad. Analizando en Europa el conocimiento que allí se tiene de la América latina, tropiézase a menudo con sorpresa curiosa. En Italia, por ejemplo, la gente obrera, la que no lee, la que no estudia, es la que conoce más profundamente a la República Argentina. En cambio, los hombres de encumbrada posición-tanto pecuniaria como intelectual-hablan de nosotros cual nosotros hablamos de Calcuta…”

“¡Malo! ¡Bueno! ¡Qué se yo!… Sólo sé que es verdad. Pero se explica. La gente pobre está bien informada porque de aquí le enseñan geografía todos esos millones de inmigrantes que han venido a enriquecer la tierra y que escriben cartas todas las semanas… En Francia son los escritores, los banqueros y las mujeres quienes saben de nosotros algo más que los mismos hombres de estado. Pongo como prueba a Clemenceau que nos desconoce amablemente. En cambio, con pedantería, Paul Adam no ignora nuestra historia y sabe nuestra fuerza. Y así, muchos…
Ahora bien: ¿cómo reunir las opiniones claras y concretas de los principales hombres europeos sobre la República Argentina? Para lograrlo contaba con un medio: la «enquête». Aunque el sistema es vulgar por ser antiguo no deja de ser cómodo por lo que tiene de eficaz. Aproveché la ocasión del centenario de la independencia, e inicié la campaña. En cuatro preguntas logré condensar todo mi cuestionario. Lo distribuí entre los literatos, sabios, políticos, poetas y músicos que encontré más próximos a mí. Cien fueron las respuestas recibidas. Dada la  extensión del conjunto, seleccioné las que mejor interpretaban el pensamiento de cada país de cada religión y de cada rama del arte. Esas son las que publico. Mi deseo, o mejor dicho, el deseo de Caras y Caretas es altamente patriótico. Quisiéramos sintetizar en esta página todo lo que se piensa de la Argentina en las naciones europeas. Todo lo que se piensa, he dicho. Sí. Todo lo que se piensa, con errores y con franqueza. Con suave galantería y con áspera crítica que por ser justas serán tal vez benéficas.”

“Aunque se tenga poca fe en los consejos que algunos de los ilustres personajes dan, conviene agradecerlos. Hay razones de ética. Estética sentimental. Pero, he aquí las cuatro preguntas de mi «enquête»:

1.a ¿Cuál es su opinión sobre la independencia de la América española y en particular sobre la República Argentina?
2. a ¿Cual podrá ser dentro de las ideas que usted cultiva, el porvenir de nuestro país?
3. a ¿En qué forma podrán desenvolverse y con qué resultado las ideas que le son más queridas?
4. a ¿Tiene usted algo personal o anecdótico que pueda contarnos sobre la República Argentina?

Tales fueron las cuatro preguntas que, escritas en francés envié a todo los países europeos. Jacinto Benavente protestó en el El Imparcial, de Madrid, porque mi circular estaba escrita en francés, idioma que, según su propia confesión, el ilustre dramaturgo desconoce por completo. Decía Benavente que el idioma en que debí formular mis preguntas era castellano, nuestra lengua patria. Confieso que no quise ofender mi propio idioma. Mucho menos a España… Si recurrí al francés fue porque siendo lengua universal, podía con ella hacerme entender de rusos como Máximo y Sienkiewicz, de polacos como Paderewsky, de ingleses como Wells, y hasta de los mismos sabios franceses. Si les escribo en español ninguno de ellos hubiera comprendido. Desgraciadamente en Europa el castellano lo hablan sólo algunos españoles… La abundancia de respuestas francesas, italianas, suizas e ibéricas, obligóme a reducir el número de las que debía publicar a fin de que aparecieran representadas en síntesis todas las naciones del continente europeo. Así veréis figurar a Francia con personalidades multicolores como Bourget, Paul Adam, el ex capitán Dreyfus, la victima de la isla del Diablo, ; León Bourgeois, el célebre pacifista de La Haya; Max Nordau, Jules Lemaitre, el Sar Peladan […]

[…] Como veis desfilan hombres de todas las ideas y de las tendencias científicas más contradictorias. Ningún prejuicio dio la elección de las respuestas. En muchas de estas opiniones no tenéis errores y con doble intención es conservado. Conviene que allí queden para realce de las otras respuestas donde se dicen verdades amargas y mentiras audaces. Reunid estas hojas cual si fueran las varillas dispersas de un abanico japonés y tendréis ante vuestros ojos nacionales un paisaje lleno de sol y de sombra. Es el paisaje que los europeos ven en la República Argentina cuando la miran por encima del mar…”.

Juan José SOIZA REILLY

El ex capitán Alfredo Dreyfus
París, marzo de 1910

Después de las heroicas luchas sostenidas por los habitantes de Buenos Aires contra los ingleses a principios del pasado siglo, la revolución contra el dominio español estalló en ese medio de fermentación, dando por resultado la proclamación de la República Argentina, cuyo desenvolvimiento durante estos últimos años ha adquirido un vuelo maravilloso, que desde aquí seguimos con la más profunda simpatía. Saludo al par que nosotros la  fecha gloriosa cuyo centenario os prepararais  a celebrar y que fue para la Argentina la aurora de una era de libertad y de progreso.

Alfredo Dreyfus

De H. G. Wells

Señor:
Todo lo que yo pudo decir en contestación a sus amables preguntas es que los ingleses vemos con placer el progreso de la República Argentina que pone sus bellezas morales, intelectuales e históricas a la altura de las bellezas geográficas.
Mis más cordiales saludos a la República Argentina.
Londres, marzo de 1910.

H. G. Wells

 

De Máximo Gorki

Capri (Italia), enero de 1910

El aumento del imperialismo en los Estados Unidos de América Septentrional, traerá para la América del Sur una grave invasión política y económica. La República Argentina no podrá evitar de ningún modo una colisión,-tal vez un fuerte choque bélico,-con las tendencias imperialistas de los Yanquis.

Creo que este proceso de absorción que ejercerá el continente americano, valiéndose del capital de los Estados Unidos de América, principiará, sin duda, tan pronto como comience a ejecutarse el proyecto del canal de Nicaragua.

Desde el punto de vista de los intereses del capital, las naciones son los mercados libres de la tierra donde tiene derecho a proveerse toda la humanidad. Frente a esto, la independencia de una nación, su cultura y los esfuerzos que ella despliegue para desarrollar su espíritu, carecen por completo de valor.

Estoy persuadido de que en un porvenir más o menos cercano,-tal vez en el siglo XX,-los españoles de la América tendrán que soportar un vivo ataque, punible y hostil, del capital de la América del Norte.

No es necesario ser profeta para emitir esta opinión, pues ésta surge de toda una serie de hechos reales y de cargos concretos. Además está basada en la necesidad histórica que tiende siempre a encadenar el hombre con las fuerzas ciegas y terribles del oro…

¿Qué más podré deciros?

Agradezco, con infinito reconocimiento, a la literatura española, lo mucho que le debo. Sus maestros han tenido una influencia muy grande en la vida de mi corazón. Especialmente y sobre todos, Miguel de Cervantes, cuyo Don Quijote tan querido y de un alma que se aproxima mucho a nuestra alma rusa.

Siento gran estimación por las obras de Pérez Galdós, Blasco Ibáñez y Echegaray. Desgraciadamente sólo he podido leer estos autores en traducciones rusas y francesas.

Siento sinceramente no conocer otros muchos talentos españoles y sudamericanos cuyos libros están publicados únicamente en su lengua natal.

De todo lo que sé sobre la América española y de los últimos acontecimientos ocurridos en España con el asunto Ferrer, saco en consecuencia que están muy próximos los días del Renacimiento de todas las fuerzas que constituyen el Genio Nacional Español.

¡Que lleguen pronto tan hermosos días!

Máximo Gorki

De Paderewski
Rion – Boson – Suisse
A los argentinos:

Pronto celebrareis el centenario de vuestra independencia.

¡Cien años de libertad!

A nosotros, los polacos, eso nos pone tristes, muy tristes y muy melancólicos. Hace 16 años conmemoramos tristemente el centenario de nuestra esclavitud. ¡Pobre Polonia!
Sin embargo, no somos envidiosos. De todo corazón, con toda el alma, felicitamos al valeroso pueblo argentino que gracias a su trabajo, a su energía y a sus propios méritos conquistó su libertad; y es también de todo corazón que hacemos votos fervientes para que nadie turbe vuestra dicha, vuestro progreso y vuestra gloriosa independencia durante muchos siglos venideros…

J.J. Paderewski

De Rubén Darío

La independencia de América española fue hecha por los españoles, por los criollos, y tuvo mucha culpa la literatura.
Cierto que hubiera desde fines del siglo XVIII sublevaciones de negros y de mestizos como las de Coro, en Venezuela, en 1795, y otras. Pero esto ha pasado siempre en otras partes en donde el caballo se encabrita, la llama se echa, o el asno se planta. La idea revolucionaria, la que había de encender la guerra separatista contra España y crear las nuevas nacionalidades llegó en los libros que leían los blancos, los peninsulares trasplantados y sus descendientes. Y todos los libertadores sino son nobles, pertenecientes a familias con parentela en la madre patria; y los dos más grandes, San Martín y Bolívar, sirven en su juventud en el ejército español.

La gente lee; aunque lleguen pocos ejemplares del libro, estos pasan de mano en mano. Y luego si, “c’est la faute á Voltaire, – c’est la faute á Rousseau”, a los enciclopedistas, y a la eterna novelería humana. Y póngase fuego a tanta pólvora concentrada como había en los nacidos en aquel suelo, de padres españoles, y que se sentían más papista que el Papa, esto es, más americanos que América. Como los criollos de ahora y con un alma romántica. Mestizos, mulatos, zambos y negros engrosarán la fiesta de la sangre y  del heroísmo por la libertad.

Después hay que contar también con el concurso de tales o cuales extranjeros amantes de la aventura encuentran propicia el instante para guerrear contra el español, el «infame opresor», el «León ibérico».

Los ejemplos de la América inglesa y de Francia resolvieron los gloriosos delirios. La independencia estaba madura. Era fatal. No podía ser de otro modo. Pero por madura que estuviese, había que sacudir mucho el árbol luego, una de las causas principales, la causa económica.

España fue, como siempre, mala administradora. Los gerifaltes de Heredia, multiplicados en nuestras Indias, hicieron cosas muy éticas y muy heráldica, pero que tuvieron las más deplorables consecuencias.

Yo me imagino una nación que hubiese, después de hecha la conquista de América, dominado el continente y las islas, como Inglaterra sus colonias. Sacar atributos, imponer virreyes; no tocar cultos autóctonos, e ir suprimiendo poco a poco aquellos que chocasen demasiado, como los sangrientos de México. Y tener a los Incas y a Moctezuma y su gente es, como la Gran Bretaña ha hecho con los maradjahs y además príncipes raros de sus dominios. La famosa ley del progreso hubiera hecho lo demás.

¡Oro! Perfectamente. Pero en esas rapiñas ilustres, el viejo León, el llenado de romances, no supo nunca emplear las garras como un hábil leopardo que se respeta.

Virreyes, o I. Doria, adelantado, encomenderos y todos esos señores que tan admirablemente conoce el argentino Juan Agustín García, no habían sino preparado la obra de los insurgentes. Y cuando llegó el instante, la literatura fue la mecha que hizo estallar mina. Si los libros europeos no se exaltan aquellas fantasías, no se pronuncian aquellas arengas, no se escriben aquellas proclamas, ni se comprende bien lo que han llevado a cabo en 1776 los colonos norteamericanos, y en 1789 los ciudadanos franceses. Y los españoles mismos, con el espectáculo de su bravo patriotismo en 1808, contra la invasión napoleónica, esto es, por la libertad y por la independencia, no acaban sino de dar la viva lección a los hispanoamericanos deseosos de gobernarse por sí mismos.

Que la independencia ha sido un bien, con todas las abominaciones y terriblezas que se han sucedido en las repúblicas hispanoparlantes, es innegable. De no ser así, nos encontraríamos a estas horas con mucho, como hoy se encuentra España. Y no digo más.

(…)

¡Y después! Brotará también de allí la luz de las naciones australes. Se sabrá-¡y pronto!-Como piensa, cómo siente, como sueña ese vasto pueblo. No hay comparación mejor que con los Estados Unidos. Como allá, la raza se mezcla, la fiebre de trabajo se propaga, la conquista del oro se agranda, el progreso material crece, la lucha por la vida intensa, aumenta; y todo eso sirve para que bajo el imperio del guarismo, la labor del espíritu sería considerarse también en su calidad de valor. Así la Argentina total entrará en la inmensa comunidad del mundo. El trigo de Rusia: sí; pero también Tolstoi. Las carnes, los granos y las máquinas yanquis: sí, pero también Whitman.
III
Que la cultura sea una de las grandes ligas del estado. Que, pues, se ha tenido para la formación del espíritu nacional una universal contribución, se proyecte la obra de la Nueva y Gloriosa Nación, por todas partes.

Que la riqueza material valorice y sostenga y propague la riqueza mental. Que se haga como en los Estados Unidos: que se exporten dignamente los elementos intelectuales propios, lo buenos, lo mejores, y se hagan valer en los centros docentes europeos.

Que a la xenofilia, muy natural en una nación que se forma con tanto conglomerado extranjero, se le agregue una buena dosis de chauvinismo y de jingoísmo. Ayudar con puño y hombro a todo lo argentino. Con puño y hombro, quiere decir en “yanqui”, con mucho dinero. Ya se tiene, para comenzar, una prensa que está entre las dos o tres primeras del mundo. Es un buen comienzo. Pero que se vea más en Europa esa prensa, y los libros, y los cuadros, y las estatuas argentinas. Que no se sea «yanqui» sólo por Sarmiento y por Drago: que esos señores millonarios hagan algo de lo que hacen los millonarios del norte.

Rubén Darío

Fuente: www.elhistoriador.com.ar